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Ignacio Cosidó

Libertad sin ira

A esta manifestación no están convocados sólo los militantes, los simpatizantes o lo votantes del Partido Popular. A esta manifestación están convocados todos aquellos españoles que creen en la libertad como un valor supremo del ser humano.

Todas las generaciones tenemos la impresión de vivir un momento histórico trascendente. Pero hay hechos y momentos concretos en que esa sensación nos parece particularmente intensa y aprehensible. Hoy vivimos sin duda uno de esas circunstancias en los que nos parece que suceden cosas que marcarán no sólo nuestro presente, sino el devenir de las generaciones futuras. Muchos tenemos la impresión de que más allá de los errores de toda gestión de gobierno hoy padecemos un presidente que esta jugando con enorme frivolidad con los principios que sustentan nuestra convivencia democrática, el futuro de nuestra Nación y la pervivencia del Estado.

La liberación de un sanguinario asesino como De Juana Chaos ha encendido la indignación popular de una sociedad que durante cuarenta años ha soportado con enorme estoicismo el zarpazo despiadado del terrorismo de ETA. No es sólo el sentimiento de que se ha cometido una profunda injusticia con un asesino en serie que, lejos de dar la más mínima muestra de arrepentimiento, ha ultrajado vilmente a sus victimas. Por encima de esa repulsión moral, tenemos además la certeza de que por primera vez en la larga lucha de nuestra democracia contra el terror un Gobierno se ha puesto de rodillas cediendo al burdo chantaje de una banda de miserables.

La manifestación convocada este sábado debe ser, por tanto, una expresión de nuestra indignación democrática. Pero debe ser más que eso. Rodríguez Zapatero debe percibir un mensaje nítido: la inmensa mayoría de los españoles no están dispuesta a ceder al chantaje de los terroristas, la inmensa mayoría de los españoles no está dispuesta a rendirse ante una banda de criminales y la inmensa mayoría de los españoles no está dispuesta a traicionar la memoria de cientos de victimas inocentes vilmente asesinadas precisamente porque en treinta años de democracia jamás sucumbimos al proyecto totalitario que intentan imponernos desde el terror. Zapatero debe entender que la inmensa mayoría de los españoles, independientemente de nuestra adscripción política o nuestras convicciones ideológicas, no estamos dispuestos a recorrer con él el indigno camino de la claudicación.

Por eso a esta manifestación no están convocados sólo los militantes, los simpatizantes o lo votantes del Partido Popular. A esta manifestación están convocados todos aquellos españoles que creen en la libertad como un valor supremo del ser humano, todos aquellos que anteponen la dignidad al miedo, todos aquellos que se sienten más cerca de las víctimas que de los asesinos, todos aquellos que no están dispuestos a que se ampute nuestra Nación a través del chantaje del terror, todos aquellos que prefieren asumir el riesgo de vivir como hombres libres antes que someterse a la dictadura totalitaria que quieren imponer los asesinos.

Esta manifestación debe ser también un grandioso acto democrático en defensa de una España constitucional, que es nuestro principal baluarte ante la tiranía de las bombas y las pistolas. Nuestra convicción democrática nos hace repudiar todo acto de violencia que no sea la legítimamente ejercida por el Estado de Derecho en defensa de nuestra vida y de nuestra libertad. Quienes practiquen cualquier forma de violencia encontrarán siempre nuestra más enérgica condena y de forma especial si esa violencia se ejerce contra nuestros adversarios políticos. No es sólo que creamos que jamás un fin, por noble que parezca, justifique los medios, sino que consideramos que el mero ejercicio de la violencia deslegitima de raíz cualquier objetivo político que se pretenda.

El sábado muchos miles de españoles saldremos a la calle a defender nuestra libertad, pero lo haremos sin ira. Expresaremos nuestra más profunda indignación, pero desterraremos previamente la rabia de nuestros corazones. Pediremos al Gobierno una rectificación, pero jamás olvidaremos quiénes son los asesinos. No nos moverá la ira, ni la rabia, ni el odio. Nos impulsará nuestro amor a la libertad, nuestra solidaridad y afecto a las víctimas del terror, nuestro sentido de la justicia, nuestra creencia en la democracia y la inquebrantable esperanza de que al final el bien se impondrá al mal, la democracia derrotará a la tiranía y la libertad triunfará sobre el miedo.

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