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Ignacio Cosidó

La cooperación francesa contra ETA

La confusión en la identificación es un error grave que pone de manifiesto que aún existe un margen para mejorar el nivel de coordinación en esta lucha pero no puede empañar en absoluto una cooperación en la lucha contra ETA que está siendo ejemplar

ETA asesinó el pasado martes a un policía francés en un tiroteo tras un robo de vehículos perpetrado por la banda terrorista en las cercanías de París. Era el primer policía galo que moría bajo las balas de esta organización terrorista, aunque se trataba ya del quinto enfrentamiento armado que los etarras habían mantenido con las fuerzas de seguridad del país vecino en los últimos años. La consigna de los cabecillas terroristas parece ser responder con mayor violencia al creciente acoso al que las autoridades francesas, en colaboración con las fuerzas de seguridad españolas, están sometiendo a la organización terrorista en todo el territorio galo.

Hace ya muchos años que Francia considera a ETA como una amenaza propia. En 1996 el entonces ministro de Interior galo ya declaró que desde ese momento la cooperación antiterrorista de Francia con España ha sido modélica, con cientos de etarras detenidos en suelo francés y decenas de terroristas expulsados y extraditados a España.

En ese marco de cooperación intensa, ambos países impulsaron nuevos mecanismos que permitieron mejorar la eficacia de esa lucha común, como el nombramiento de magistrados de enlace, la entrega temporal de terroristas, los equipos conjuntos de investigación, la creación de comisarías mixtas o el acceso inmediato a la documentación incautada. Pero sobre todo ha mejorado el trabajo en común sobre el terreno de las policías de los dos países, una colaboración que han cosechado éxitos tan importantes como las sucesiva decapitaciones de la banda.

España tiene por tanto una deuda de gratitud con Francia a la que debemos sumar ahora el sacrificio de este servidor de la Ley que perdió la vida por un tiro por la espalda de estos asesinos. Esa muerte debe servir para afianzar la voluntad común de ambos países de derrotar a estos criminales y mejorar aún en mayor medida los instrumentos de cooperación existentes.

La confusión en la identificación de los etarras que participaron en ese asesinato con unos ciudadanos españoles totalmente inocentes es sin duda un error grave que pone de manifiesto que aún existe un margen para mejorar el nivel de coordinación en esta lucha y mejorar el intercambio de información, pero no puede empañar en absoluto una cooperación en la lucha contra ETA que está siendo ejemplar y generosa por parte de las autoridades francesas en los últimos años. Hace ya tiempo que los guardias civiles han dejado de ser simples turistas que se paseaban por el sur de Francia ante la vista gorda de la policía francesa para pasar a trabajar codo con codo con sus colegas al otro lado de los Pirineos persiguiendo implacablemente a estos terroristas por todo el territorio galo.

La cooperación internacional es sin duda un elemento fundamental de nuestra política antiterrorista. Los etarras deben sentir el aliento de la policía y la justicia españolas en cualquier lugar del planeta en el que se escondan. Nuestro objetivo ahora es que otros regímenes como el de Venezuela o la propia Cuba colaboren también con eficacia en esta ya excesivamente larga lucha de la democracia española contra el terror. Debería ser una exigencia irrenunciable para cualquier gobierno español. Incluyendo el de Zapatero.    

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