La negociación con ETA ha sido con diferencia el peor error de los muchos cometidos hasta la fecha por Zapatero como presidente del Gobierno. Un error que se ha corregido en buena medida en la actual Legislatura volviendo a la política de derrota del terrorismo que jamás debió abandonarse, de persecución policial y judicial a ETA y, con algunas limitaciones, de aislamiento político y social de los terroristas. Un cambio radical que ha tenido el apoyo del Partido Popular en todas aquellas medidas encaminadas a la derrota del terrorismo e incluso en el necesario impulso de algunas de estas medidas ante la tibieza del Gobierno.
Sin embargo, uno de los efectos que aún perduran de aquel error garrafal fue la humillación que supuso para la gran mayoría de las victimas del terrorismo la negociación con los asesinos y los mezquinos ataques de que fueron objeto muchas de ellas por oponerse a ese proceso. Lejos de ser amparadas, las víctimas fueron vituperadas desde el PSOE y llevadas incluso ante los tribunales de justicia por sus críticas a ese vergonzoso proceso. La Audiencia Nacional, con su última sentencia sobre la querella interpuesta por un grupo de abogados izquierdistas al anterior presidente de la AVT, ha colocado a cada uno en su sitio. Lo menos que tenían las victimas en aquellos días amargos era el derecho a quejarse ante la humillación a la que estaban siendo objeto.
Pero en relación con las víctimas no basta con una simple rectificación. El Gobierno debe pedir perdón a las víctimas por la humillación causada con su fracasada negociación, por los muchos desplantes y por las muchas descalificaciones que se vertieron contra ellas en esos días negros, desde la descalificación partidista al conjunto hasta ataques personales contra algunas de ellas. Mientras Rodríguez Zapatero no pida de forma solemne perdón a las victimas del terrorismo por el error de aquella negociación y por el desprecio con el que las trató durante la misma, será muy difícil que esas heridas cicatricen definitivamente.
Poco ayuda sin embargo a este necesario proceso de reconciliación con las víctimas del terrorismo lo ocurrido en esta semana con la conmemoración del quinto aniversario por los atentados del 11-M en Madrid. La ausencia del Gobierno en los homenajes a las víctimas de estos atentados ha reavivado la sensación de desamparo en muchas de ellas. El boicot del PSOE al homenaje organizado por la comunidad autónoma sólo puede calificarse como miserable. La ausencia de algún representante socialista en el acto organizado por las propias asociaciones de víctimas en el Bosque de los Ausentes resultó triste e inaceptable. Todo ello significa que el PSOE mantiene aún una falta de sensibilidad y una lejanía que debe subsanarse de inmediato.