Las víctimas del terrorismo nos han dado este sábado, saliendo a la calle una vez más, una lección de valor cívico, de arrojo democrático y de fortaleza moral. No salen a la calle para clamar venganza por su tragedia, sino para defender un futuro en libertad para todos. No salen a la calle buscando nuestra compasión por su dolor, sino para enseñarnos con su valor cuál es el camino de la victoria sobre el terror. No salen a la calle contra nadie, sino para exigir pacíficamente a sus legítimos representantes que expulsen de una vez por todas, y de todas las instituciones democráticas, a los cómplices políticos de los asesinos.
Los ataques que desde el Gobierno y desde el PSOE se dirigen a las víctimas son la prueba más evidente de que Rodríguez Zapatero sigue considerando la negociación con los terroristas como la única vía para alcanzar su paz, la paz falsa de la claudicación y de la vergüenza. Zapatero sabe muy bien que las víctimas del terrorismo son el principal obstáculo para proseguir el diálogo con los asesinos, porque no existe en el mundo anestesia política que pueda acallar el inmenso dolor causado por esos criminales. ZP sabe muy bien que la resistencia cívica protagonizada por las víctimas ante su proceso de negociación política con los terroristas ha sido, sin duda, un factor fundamental para impedir la claudicación final del Estado democrático frente al terror.
Acabar con la resistencia de las víctimas del terrorismo al proceso de claudicación ahora congelado por la cercanía de las elecciones es, por tanto, un objetivo básico para los socialistas. Por eso desde el PSOE se calumnia a las víctimas, denunciando supuestos “intereses oscuros” en su movilización. Por eso desde la izquierda se deslegitima a las víctimas como un colectivo amputado para ejercer sus derechos democráticos por estar enfermos de resentimiento. Por eso desde el Ministerio del Interior se margina económicamente a las asociaciones que no se pliegan a las consignas gubernamentales. Por eso desde el Gobierno se carga contra el Partido Popular cada vez que se solidariza o apoya a las víctimas del terror. Por eso Blanco intenta deslegitimar la movilización de las víctimas relacionándolas con opciones radicales y violentas, equiparando así moralmente a las víctimas con sus agresores. Por eso desde el Gobierno se es mucho más crítico con las movilizaciones legales de las víctimas que con las ilegales de los terroristas y sus cómplices políticos.
Por el contrario, quienes creemos que no hay valor político más esencial que la libertad, quienes estamos determinados a derrotar a los terroristas sin ceder a uno solo de sus chantajes, quienes mantenemos la fe en el Estado de Derecho como la única vía para lograr la paz y mantener la convivencia, no tenemos otra opción que estar codo con codo junto a las víctimas del terror, apoyarlas sin fisura alguna y agradecerles de corazón el espléndido ejemplo que nos dan con su rebeldía democrática y con su inmensa dignidad moral.
La solidaridad con las víctimas del terrorismo, la defensa de nuestra libertad y la determinación para derrotar al terrorismo son parte de nuestras señas de identidad porque responden a lo más querido de nuestros principios. Entiendo la dificultad de algunos por entender algo tan sencillo. Para ellos, alcanzar el poder es su único fin y mantenerse en él su único principio moral. Por eso pudieron estar hablando con ETA mientras firmaban el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Por eso aún no han hecho nada para echar de las instituciones democráticas a esas burdas tapaderas de ETA-Batasuna que son ANV y el PCTV. No descarto que si, en el último minuto, ven la posibilidad de arrancar un puñado de votos puedan escenificar una parodia de ilegalización de esas marcas blancas del terror. Si finalmente lo hacen, será tarde. Será moralmente tarde. Por eso este sábado reclamaremos con las víctimas que esa ilegalización se produzca ya.
No nos mueve sólo el imperativo moral de estar cerca de quienes más han sufrido por la causa de la libertad. No se trata únicamente de reconocer la dignidad democrática de quienes más han contribuido al fortalecimiento de nuestra democracia con su renuncia a la venganza y su fe ciega en la justicia. No pretendemos sólo expresar nuestra admiración a quienes con más valor han levantado su voz contra la ignominiosa negociación protagonizada entre ETA y el Gobierno de Zapatero. Nuestra presencia en la manifestación de las víctimas del terrorismo significa mucho más que todo eso, que ya es mucho. Significa que vamos a vencer, que tenemos la fuerza moral, la fortaleza política y la determinación democrática para derrotar a ETA sin entregarle a cambio ni nuestra dignidad, ni nuestra libertad, ni menos aún la memoria de nuestros muertos.