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HISTORIA

La sociedad islámica pluralista y tolerante. Origen de un mito (I)

Hace más diez años, cuando llegué a América para presentar mi libro Dhimmi: judíos y cristianos bajo el Islam, me sacudió la inscripción del Archivo de Washington: "El pasado es el prólogo". Solía pensar –al menos al principio de mi investigación– que mi tema versaba acerca de un pasado remoto, pero me di cuenta de que los sucesos contemporáneos modernizaban rápidamente este pasado. Los países musulmanes, en donde la ley islámica –la sharia– había sido reemplazada por las potencias coloniales europeas, estaban abandonando la tendencia secular, reemplazándola con la islamización en numerosos sectores de la vida.

Hace más diez años, cuando llegué a América para presentar mi libro Dhimmi: judíos y cristianos bajo el Islam, me sacudió la inscripción del Archivo de Washington: "El pasado es el prólogo". Solía pensar –al menos al principio de mi investigación– que mi tema versaba acerca de un pasado remoto, pero me di cuenta de que los sucesos contemporáneos modernizaban rápidamente este pasado. Los países musulmanes, en donde la ley islámica –la sharia– había sido reemplazada por las potencias coloniales europeas, estaban abandonando la tendencia secular, reemplazándola con la islamización en numerosos sectores de la vida.
La impresión de retorno del pasado se hizo más fuerte cuando trabajaba en mi siguiente libro, publicado en 1991, cuya edición inglesa apareció a comienzos de 1996 con el título: El declive del Cristianismo oriental bajo el Islam: de la Yihad a la Dhimmitud (siglos VII- XX).
 
En ese estudio intenté analizar los numerosos procesos que han transformado las ricas y poderosas civilizaciones cristianas en tierras islámicas, así como sus efectos a largo plazo, que habían reducido las mayorías cristianas nativas a minorías religiosas pequeñas y dispersas, camino de la desaparición total. Es este complejo proceso de islamización que afecta a tierras cristianas y a civilizaciones de ambas orillas del Mediterráneo –y a Irak y Armenia– lo que he denominado "proceso de dhimmitud"; y a la civilización de los pueblos que sufren tal transformación la he denominado "civilización de dhimmitud".
 
Los indígenas eran judíos y cristianos (ortodoxos, católicos o de otras iglesias cristianas del Este). A todos ellos los juristas musulmanes les llamaban "los pueblos del Libro", en referencia a la Biblia, y eran objeto de la misma condición según la ley islámica. Se denominan, según el término árabe, dhimmis: "pueblos protegidos", porque la ley islámica protege su vida y sus bienes a cambio de que se sometan al mandato islámico. Pero es esta misma ley islámica lo que genera los procesos de dhimmitud y autodestrucción. 
 
Lienzo conmemorativo del segundo levantamiento serbio contra los turcos (1815).No entraré en detalles aquí, dado que es un tema muy largo y complejo, pero para entender la situación serbia uno debe saber que los serbios fueron tratados durante medio siglo igual que otros dhimmis cristianos y judíos. Participaron en esta civilización de dhimmitud. Es importante entender que la civilización de dhimmitud crece a partir de dos instituciones religiosas importantes e interconectadas: la yihad y la sharia, que establecen un sistema ideológico particular que convierte en obligatorio –durante la operación de la yihad– el uso del terror, las matanzas en masa, la deportación y la esclavitud. Y los serbios –porque me refiero a ellos aquí– no escaparon a este destino, que ha sido el mismo para todos los pueblos en torno a la cuenca del Mediterráneo que han sido derrotados por la yihad
 
Durante siglos los serbios lucharon para liberar su tierra de las leyes de la yihad y la dhimmitud, que habían legalizado la condición de oprimidos en sus propias tierras.
Así que mientras escribía acerca de los procesos de dhimmitud y la civilización de dhimmitud –y mientras escuchaba la radio, veía la televisión, leía los periódicos– tenía la incómoda sensación de que el reloj volvía hacia atrás. Los políticos modernos, los escritores sofisticados –que utilizan teléfonos, aviones, ordenadores y toda suerte de tecnologías modernas– parecían retroceder varias décadas en el pasado, con pelucas, con collares rígidos, utilizando los mismos argumentos corruptos, la misma política retorcida a corto plazo que había contribuido previamente a la islamización gradual de muchos pueblos no musulmanes. Tuve que pellizcarme, en un intento por distinguir el pasado del presente.
 
Así pues, ¿es el pasado siempre el prólogo? ¿Estamos condenados a repetir perpetuamente los mismos errores? Ciertamente, sí, si no conocemos el pasado. Y este pasado –el largo proceso agónico de aniquilación cristiana mediante las leyes de la yihad y la dhimmitud– es una historia no sólo en tierras islámicas, sino sobre todo en Occidente. Se ha enterrado bajo un mito, fabricado por políticos occidentales, líderes religiosos y académicos, para promover sus propios intereses nacionales, estratégicos, económicos y personales.
 
Curiosamente, este mito comenzó en Bosnia-Herzegovina en el siglo XIX. Afirma que el gobierno turco sobre los cristianos en sus provincias europeas era justo y legal. Que el régimen otomano, siendo islámico, fue de modo natural "tolerante" y bien predispuesto hacia sus sujetos cristianos; que su justicia era justa, y que la seguridad de la vida y los bienes de los cristianos estaba garantizada por las leyes islámicas. El dominio otomano fue etiquetado como el régimen más apropiado para gobernar sobre los cristianos de los Balcanes.
 
Árbol genealógico de los sultanes hasta 1867 (Topkapi Saray Museum).Esta teoría fue impulsada por los políticos europeos para salvaguardar el equilibrio de poder en Europa y bloquear el avance ruso hacia el Mediterráneo. Para justificar el mantenimiento del yugo turco sobre los eslavos, éste tuvo que ser presentado a la opinión pública como un gobierno justo. El Imperio Otomano fue pintado por los turcófilos como un modelo de imperio multiétnico y multirreligioso. ¡Por supuesto, la realidad era totalmente diferente!
 
En primer lugar, el Imperio Otomano fue creado mediante siglos de yihad contra las poblaciones cristianas; en consecuencia, las leyes de la yihad, elaboradas por teólogos árabe-musulmanes de los siglos VIII y X, fueron aplicadas a las poblaciones cristiana y judía de los dominios turco-islámicos. Esas regulaciones están integradas en la legislación islámica que hace referencia a los pueblos derrotados no musulmanes, y en consecuencia presentan una cierta homogeneidad a lo largo de todos los imperios árabes y turcos (y, aparentemente, también en la parte musulmana de Asia).
 
La civilización de dhimmitud en que participaron los serbios tuvo muchos aspectos que evolucionaron con las cambiantes situaciones políticas. Sufrieron las mismas leyes opresoras y los perjuicios que padecían cristianos y judíos en el imperio islámico. Desde 1830 los otomanos emprendieron reformas (Tanzimat) encaminadas a la emancipación de sus poblaciones raya (dhimmi) cristianas. No actuaron por propio impulso: se vieron forzados a ello por parte de las potencias europeas. Que los políticos europeos desearan abolir las degradantes condiciones de los cristianos no se debió a su humanidad; promovieron estas reformas para evitar que buscaran el apoyo ruso para liberarse de la opresión otomana. 
 
En las regiones serbias los opositores más fanáticos a la emancipación cristiana fueron los musulmanes bosnios. Lucharon contra el derecho de los cristianos a poseer tierras y –en asuntos legales– a que tuvieran los mismos derechos que ellos. Se opusieron a estas reformas con el argumento de que bajo el viejo sistema, que había dado el dominio completo sobre los rayas cristianos, musulmanes y cristianos habían convivido durante siglos fraternalmente. Y este argumento es utilizado aún hoy por el bosnio Izetbegovic y por otros. Él afirmó en varias ocasiones que el medio milenio de dhimmitud cristiana fue un período de paz y armonía religiosa. 
 
Enfrentemos ahora el mito con la realidad. A continuación citaré unos cuantos hechos recogidos en algunos de los documentos de mi próximo libro.
 
A partir de 1860 se llevó a cabo una investigación sistemática acerca de las condiciones de los cristianos por parte de los cónsules británicos de todo el imperio otomano. Gran Bretaña era entonces el aliado más fuerte de Turquía; ver que la opresión de los cristianos era eliminada le interesaba para evitar interferencias rusas o austriacas.
 
El protagonista de este cuadro es un jenízaro.El 22 de julio de 1860 el cónsul James Zohrab envió un extenso informe desde Bosna-Serai (Sarajevo) a su embajador en Constantinopla, Sir Henry Bulwer, en el que analizaba la administración de las provincias de Bosnia y Herzegovina. Indica que desde 1463 hasta 1850 los musulmanes bosnios disfrutaban de todos los privilegios del feudalismo: "Durante un período de casi 300 años los cristianos fueron objeto de gran opresión y crueldad. Para ellos no existía más ley que el capricho de sus amos". 
 
Aquí debemos recordar el sistema de devshirme, que es bien conocido. Iniciado por el sultán otomano Orkhan (1326-1359), se prolongó durante unos 300 años. Consistía en un tributo regular de niños cristianos procedentes de la población cristiana de los Balcanes. Estos jóvenes, de edades comprendidas entre los 14 y los 20 años, eran islamizados y esclavizados para propósitos militares. Los tributos periódicos, que tenían lugar en contingentes de miles, pasaron a ser posteriormente anuales.
 
Para desalentar a los fugitivos, los niños eran transferidos a provincias remotas y confiados a amos musulmanes, soldados que les trataban duramente, como esclavos. Operaba otro sistema de reclutamiento paralelo: comprendía el tributo de niños cristianos de edades de entre 6 y 10 años (ichoghlani), reservados al palacio del sultán. Confiados a eunucos, experimentaban un entrenamiento tiránico durante 14 años.
 
En África existía un sistema de esclavizar niños cristianos y animistas negros similar al devshirme, como lo prueban los documentos publicados en mi libro. Una especie de sistema de devshirme existe aún hoy en Sudán, y fue descrito y denunciado por el ponente especial de la ONU, Gaspar Biro, en su informe de 1994, así como por un artículo en el Times de Londres ("Cristianos sudaneses ‘vendidos como esclavos’", 25 de agosto de 1995). 
 
 
Bat Ye’or, estudiosa británica de origen egipcio residente en Suiza desde 1960. Su último libro es Eurabia: The Euro-Arab Axis (Fairleigh Dickinson University Press/Associated University Press, 2005).
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