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LA REPÚBLICA Y LOS INTELECTUALES

Einstein y Ortega

La Residencia de Estudiantes acoge una exposición sobre la visita de Einstein a España, en 1923, y no puedo dejar de asociar que ese año fue publicada la primera edición de un libro importante de Ortega, El tema de nuestro tiempo. En uno de los apéndices del libro aparece una sugerente interpretación filosófica del sentido general latente en la teoría física de Einstein. El propio Ortega es consciente de su aportación al decir, en el prólogo de la obra: "Creo que, por vez primera, se subraya aquí cierto carácter ideológico que lleva en sí esta teoría y contradice las interpretaciones que hasta ahora solían darse de ella".

La Residencia de Estudiantes acoge una exposición sobre la visita de Einstein a España, en 1923, y no puedo dejar de asociar que ese año fue publicada la primera edición de un libro importante de Ortega, El tema de nuestro tiempo. En uno de los apéndices del libro aparece una sugerente interpretación filosófica del sentido general latente en la teoría física de Einstein. El propio Ortega es consciente de su aportación al decir, en el prólogo de la obra: "Creo que, por vez primera, se subraya aquí cierto carácter ideológico que lleva en sí esta teoría y contradice las interpretaciones que hasta ahora solían darse de ella".
Albert Einstein.
Ortega y Einstein son hombres de la misma generación. Aunque era cuatro años más joven el español que el alemán, los dos murieron en 1955. Relevantes contactos intelectuales y políticos mantuvieron a lo largo de su vida. Algunos autores han destacado que el perspectivismo filosófico de Ortega tiene relaciones importantes con la teoría de la relatividad de Einstein. Lo cierto es que Ortega fue de los pocos filósofos en Europa que muy pronto concedió importancia filosófica a las teorías físicas de Einstein. Prueba de ello es que ya en 1923 le dedicó el ensayo citado, que aún hoy es relevante para evaluar el sentido histórico e ideológico de la teoría de la relatividad.
 
Nada de eso, sin embargo, fue obstáculo para que Ortega, en 1937, hiciera de Einstein el ejemplo más sobresaliente de frivolidad e irresponsabilidad política que ha caracterizado a los intelectuales de la época. La crítica certera y vital que el español hizo del alemán era una sabia predicción del comportamiento dudoso, y a veces caprichoso, que más tarde adoptaría Einstein ante la fabricación de la bomba atómica. Ortega escribió su crítica a Einstein por actuar irresponsablemente sobre lo que estaba sucediendo en España al comienzo de la Guerra Civil. Ortega denunciaba la falta de inteligencia ante la política del Gobierno republicano.
 
La República, la misma que Ortega había ayudado a parir, no sólo lo traicionó en su primera época, sino que lo vejó haciéndole firmar documentos a su favor "bajo las más graves amenazas". Ortega, finalmente, tuvo que exiliarse.
 
Sí, en efecto, Ortega fue un exiliado de la República. Nadie, por lo tanto, que sea piadoso con su historia, o sea honrado, debería olvidar que la República también ultrajó a cientos de hombres y mujeres con el exilio. Ortega estuvo entre ellos.
 
Algo de todo eso puede hallarse en el 'Epílogo para ingleses' escrito por Ortega, en el gélido invierno parisino del 37, para complementar la edición inglesa de La rebelión de las masas. El 'Epílogo…', magnífica síntesis de los objetivos ideológicos de Ortega, nos recuerda que el principal afán de su pensamiento era "hacer notar la frivolidad y la irresponsabilidad frecuentes en el intelectual europeo, que he denunciado como un factor de primera magnitud entre las causas del presente desorden".
 
Ortega y Gasset.Ortega estaba acusando muy duramente a los intelectuales extranjeros que firmaron documentos de apoyo a la República sin tener ni idea de lo que estaba pasando. Desconocían, por ejemplo, el dramático suceso por el que tuvo que pasar Ortega en la Residencia de Estudiantes, que ahora cobija a la exposición, en julio de 1936.
 
Allí, un grupo de milicianos, entre los que se hallaba su discípula María Zambrano, "obligó", por contarlo con brevedad y decirlo suavemente, a Ortega y otros intelectuales a firmar un manifiesto de apoyo al Gobierno de la República.
 
El suceso ha sido narrado por Ortega de modo civilizado, es decir, inhibiéndose de mencionarlo expresamente, en el 'Epilógo…':
 
"Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad".
 
Esta crítica fue ejemplificada en Einstein, precisamente un hombre de su generación, de su tiempo, a quien no sólo había tratado sino que había sido una referencia importante en algunos pasajes de La rebelión de las masas y en el citado ensayo de El tema de nuestro tiempo.
 
Hoy, esa crítica de Ortega sigue siendo actual, o sea filosófica, porque descubre, primero, la debilidad intelectual de quien opina sobre el presente sin conocer la historia y, segundo, desacredita la noble función del intelectual cuando éste se deja llevar por la fascinación del poder. Sólo por eso, porque la verdad pudiera ser degradada por el intelectual, alguien debiera haber reservado un pequeño espacio en la exposición dedicada a Einstein. Alguien debería haber buscado un lugar en el apartado de "Einstein en España" a este breve texto de Ortega sobre el genio de la "relatividad":
 
"Hace unos días, Alberto Einstein se ha creído con 'derecho' a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien, Alberto Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel".
 
¿Cómo explicar esa conducta irresponsable de Einstein? Quizá el Premio Nobel estuviera devolviendo a la República el favor que ésta le hizo, en 1933, cuando le ofreció una cátedra muy bien retribuida en la Universidad Central de Madrid. O quizá porque apostaba a caballo ganador… O, simplemente, porque ayer Einstein y hoy otros muchos intelectuales nada quieren saber de las enseñanzas que pudieran extraerse de los primeros versos de la principal obra de filosofía española de todos los tiempos: "Fabio, las esperanzas cortesanas / prisiones son do el ambicioso muere / y donde al más activo nacen canas".
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