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Humberto Vadillo

¡Ya escampará!

Zapatero, convertido ya en Zapalcaba, ha comprobado que puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero ni siquiera controlando todas las televisiones puedes engañar un solo minuto a los inversores internacionales.

Lo único que falta a los miembros del Gobierno Zapalcaba es, antes de una aparición televisiva, sacarse del seno una cajita con migas y espolvoreárselas generosamente por barba, pecho y regazo. Toda la obsesión de este Gobierno consiste en que no se note que no ha comido, que no se note que no tiene quien le suscriba la deuda. No a un precio razonable. No, con la situación actual. No, con el escenario que contemplamos para el 2011. No, con las medidas adoptadas. No.

Al Gobierno le preocupa su crédito electoral. Exclusivamente. Zapalcaba ha vaciado de papeles su despacho monclovita para dejar sólo un calendario en el que cada mañana traza aplicadamente una equis con un rotulador negro de punta gruesa: "días que faltan hasta las elecciones" y un poster del Gran Arquitecto del Universo ante el que todas las tardes quema unos palillos de incienso alzando preces para que mejore la situación económica internacional. Ese es hoy, su único programa de Gobierno. Sus 666 consejeros lo han redactado en pulcra redondilla: "Ya escampará (y mientras no escampe la culpa es del PP): perspectivas y posibilidades". Un plan maestro que el rescate de Irlanda ha destrozado.

Lo normal hubiera sido que, tras el rescate de Irlanda, hubiera vuelto una apariencia de calma a las economías europeas. En la práctica ha sucedido todo lo contrario. El temor a que Portugal se convierta en el siguiente negrito junto con la sospecha de que España es demasiado grande como para ser rescatada y cierta comprensible exasperación alemana han hecho que el diferencial de la deuda española con la alemana se amplíe en lugar de reducirse.

Pero Zapalcaba no puede culpar a "los mercados". Nada de lo anterior nos afectaría si se hubieran tomado las medidas que debieron tomarse en mayo y que Zapatero no tomó para no perjudicar las perspectivas electorales del PSOE. Aquellas a las que se comprometió ante Obama y Merkel. Reformar en serio el mercado de trabajo, suprimir la negociación colectiva, reformar las pensiones, sanear los balances bancarios, enfrentarse al déficit de las comunidades autónomas... La única medida que realmente se llegó a tomar fue el recorte a pensionistas y funcionarios, pero lo así obtenido se fue inmediatamente en nuevas contrataciones en la administración pública y en comprar al PNV un año más de legislatura. Pero Zapatero, que ha hecho de la mentira el verdadero leitmotiv de su presidencia pensó que podía engañar a sus socios europeos y ganar tiempo hasta que se produjera la reactivación económica mundial que viniera a salvarle.

Y cuando en vez de la anhelada recuperación lo que llegó fue el rescate de Irlanda, Zapatero, convertido ya en Zapalcaba, comprobó que puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero ni siquiera controlando todas las televisiones puedes engañar un solo minuto a los inversores internacionales.

¿Y qué nos espera ahora?

Pues irónicamente, Zapatero, que ganó las elecciones gracias a los votos catalanes, podría perder su puesto gracias a esos mismos votos catalanes. Si hay suerte, el revolcón de los socialistas el próximo domingo será de tal grado que el PSOE decidirá que este Zapatero, que es veneno para la economía española es también un veneno para sus perspectivas electorales y decidirá, entonces, ofrecerle una salida más o menos honrosa. Habremos cambiado entonces la inmoral incompetencia de Zapatero por la incompetente inmoralidad de Rubalcaba. No se me ocurre mejor expresión de la postración a la que ha llegado España que reconocer que muchos nos alegraremos cuando el portavoz del Gobierno de los GAL, el hombre del 11-M, del Faisán, de JAG y de SITEL sea presidente del Gobierno.

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