El sol envejece día a día, unas estrellas nacen mientras otras mueren y las galaxias se alejan entre sí cada vez más. Nada, sin embargo, es comparable al acontecimiento que ha de producirse en el planeta Tierra durante el primer semestre del año 2010, que pasará a ser el año cero de una nueva era. Por ese futuro acontecimiento cósmica, Barack Obama decidió presentarse a las elecciones presidenciales. Él sabía que no tenía sentido hacerlo ni antes ni después. Desde el 9 de la marzo de 2008 la NASA lo había confirmado: toda la Vía Láctea emitía inequívocas señales que confirmaban la cercanía del "evento" que a inicios del año que viene habrá de producirse en nuestro planeta. Por razones políticas, el Gobierno estadounidense, con el visto bueno de La Moncloa, decidió que ese hallazgo fuera puesto en conocimiento público a finales de 2008 a través de científicos alemanes como si se tratara del descubrimiento de un agujero negro en el centro de nuestra galaxia. Con esta piadosa mentira se encubría lo que no era otra cosa que una reacción galáctica ante el futuro acontecimiento que iba a hacer posible la reelección de Zapatero y la llegada de Obama a la Casa Blanca.
Obama anhelaba un primer encuentro con su "otro yo" español, pero tanto sus máximos asesores como el propio Zapatero le convencieron, con sensatez y buen criterio de la necesidad de no destapar la liebre antes de hora. La humanidad no estaba todavía del todo preparada para ello. Esa es la única razón por la que en abril de este año ambas administraciones acordaron limitar a un minuto su primer encuentro, que se produjo en Praga. Obama, sin embargo, no se contuvo lo suficiente y alargó su pública comparecencia con el histórico líder europeo hasta los tres minutos y medio.
No contento con ello, el presidente norteamericano también manifestó su deseo de acudir al Foro de la Alianza de Civilizaciones, que bajo el patrocinio de Zapatero se iba a celebrar en Estambul pocos días después y donde él también estaría por otros ficticios motivos. Sin embargo, el vicepresidente Joseph Biden se negó a ello bajo amenaza de presentar su dimisión. Dicen sus más allegados, que las horas más amargas de la vida de Barack Obama fueron aquellas que pasó en Estambul sabiéndose en la misma ciudad que Zapatero y sin poder verse. Pero Obama sabía y sabe en el fondo de su ser que, aunque él y Zapatero vayan a ser sus protagonistas, el acontecimiento cósmico está fechado para el primer semestre de 2010 y que puede ser contraproducente adelantar los acontecimientos.
La conjunción, sin embargo, está en marcha. Y ambos líderes preparan a la humanidad para el parto de la historia. Con ese objetivo, Obama ya ha hecho alguna contenida y autorizada referencia a la Alianza de las Civilizaciones. Desde Egipto, el presidente norteamericano acaba también de hacer alguna referencia a nuestra patria, para ya ir fijando la atención de la humanidad hacia el país que vio nacer a Zapatero. Sus palabras hacia la "tolerancia" del islam en "Andalucía y Córdoba" no tienen otro objetivo que ese. Resulta, pues, patético oír al historiador Fernando García de Cortazar recordar que el islam reprimió a grandes figuras propias y ajenas y que tanto musulmanes heterodoxos como cristianos y judíos sufrieron la implacable acción intolerante del islam. ¿Qué más dará eso? Lo que Obama ha pretendido con sus palabras no es tanto ofrecer "una visión idílica del islam", como dice García de Gortazar, sino transmitir una visión de España acorde a la que tiene Zapatero, para preparar así a la humanidad para el acontecimiento que nuestro país y los Estados Unidos, gracias a ambos, van a liderar.
Con ese mismo objetivo preparatorio, aunque también contenido, Leire Pajín se ha dirigido a los medios de comunicación: "Llamo la atención al próximo acontecimiento histórico que se producirá en este planeta, la coincidencia en breve en ambos lados del Atlántico de Obama y Zapatero en la presidencia de la Unión Europea".
Aunque la secretaria de Organización del PSOE haya minimizado sus dimensiones cósmicas, nadie mejor que ella ha resumido la esencia de un acontecimiento que va a ser más, mucho más, que planetario: "Dos políticas progresistas, dos liderazgos, una visión del mundo, y una esperanza para muchos seres humanos".
Frente a esto, cualquier oposición no es más que una estéril lucha contra los elementos.