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Guillermo Dupuy

¿Terminará González Pons en Rodiezmo?

La oposición de González Pons al Gobierno no es tanto de perfil bajo como carente de coherencia, ideas y principios. A este paso será él, y no Zapatero, el que termine acudiendo a Rodiezmo a cantar a la famélica legión.

Parece ser que el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, no se cansa en tratar de superar por la izquierda al PSOE en demagogia y populismo. No hace mucho ya se cubrió de gloria al afirmar que si él fuera funcionario –como si no lo fuera– secundaría la huelga que los empleados públicos celebraron con ocasión del recorte salarial impuesto por Zapatero. Tampoco tuvo empacho, a pesar de que en España uno de cada cinco asalariados es funcionario y el número de estos ya supera en un 25% al número de ocupados en la industria, en considerar que en nuestro país "no sobran funcionarios, sino políticos innecesarios".

Ahora, con ocasión de la vergonzosa huelga encubierta de los controladores aéreos de este último fin de semana, González Pons ha vuelto a ponerse de lado de estos, presentando como culpable de la misma al Gobierno y señalando que "se ha acabado el tiempo de que los controladores tengan la culpa de todo por decreto".

Yo no digo que desde la oposición no se pueda acusar al Gobierno de improvisación por no haber tomado medidas para evitar que los controladores cometiesen el fraude de utilizar las bajas médicas como chantajista medio de presión contra el ligero recorte de sus privilegiadas condiciones laborales y salariales. Si estos trabajadores no pueden soportar el "estrés" y la "angustia" que les causa esa pequeña merma en sus fantásticas condiciones laborales, lo que habría que hacer es darles la baja definitiva y, si es necesario, sustituirlos por personal militar, tal y como se hizo en Estados Unidos en tiempos de Reagan.

Sin embargo, lo que ha hecho González Pons no es criticar al Gobierno por no haber sabido enfrentarse con antelación y firmeza al chantaje de quienes de forma apenas disimulada toman a los ciudadanos como rehenes en sus injustas pretensiones. Lo que ha hecho es ponerse de lado de ellos para criticar al Gobierno. Es un poco lo que hizo Rajoy en el Debate del Estado de la Nación a propósito de la sentencia del Estatut: criticar al Gobierno pero, al tiempo, queriendo congraciarse –estérilmente– con los nacionalistas.

Si Rajoy perdió entonces la ocasión de aprovechar a su favor la corriente de patriotismo español desatada por el mundial de futbol para criticar con mayor contundencia la crisis de España como nación a la que nos ha conducido ese funesto y apenas recortado estatuto soberanista, González Pons va a desperdiciar el malestar de los ciudadanos ante las injustas pretensiones de estos millonarios guardias de trafico aéreo que se aprovechan de los viajeros tanto como de la falta de competencia y liberalización del sector.

A eso nos lleva una criticable labor de oposición, no tanto por ser de perfil bajo, como por estar carente de coherencia, ideas y principios. A este paso, será González Pons, y no Zapatero, el que termine en Rodiezmo cantando a la famélica legión.

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