Dado que en los estatutos de Sortu se equipara el monopolio legítimo de la violencia de un Estado de Derecho con la violencia criminal que, en el futuro, pudiera practicar una banda terrorista; dado que sus representantes se siguen negando abiertamente a condenar a ETA y a pedir su disolución; dado que este partido ha sido públicamente liderado y respaldado por irredentos e históricos dirigentes del brazo político de ETA, como Pernach, Eugenio Echeveste, alias "Antxon", Rufi Echebarria, Diaz Usabiaga, Pernando Barrena, Tasio Erquicia, Jon Petricorena; y, sobre todo, dada la positiva acogida que están teniendo estos apenas disfrazados batasunos entre el Gobierno y sus medios de comunicación, tenemos el derecho y el deber de fijarnos en estas siglas como el nuevo "partido" con el que ETA pretende seguir estando en las instituciones y cobrando dinero público.
Dicho esto, también debemos tener presente que el Gobierno y su dependiente Fiscalía, por las mismas nihilistas razones electorales por las que impulsan esta paz anestesiante y colaboracionista, tienen que disimular respeto a una Ley de Partidos, cuyo espíritu y cuya letra no pueden debilitar denigrándola como un "Guantánamo electoral". Por otra parte, la capacidad del Gobierno para ocultar los rasgos más proetarras y veraces de Sortu, por grande que esté siendo, es limitada, como también lo es su capacidad para subrayar, publicitar y dar por veraces los rasgos más engañosos de este partido respecto a su supuesta ruptura con la banda.
Por todo ello, debemos también barajar la posibilidad, por improbable que nos parezca, de que este burdo intento con el que el Gobierno de Zapatero y ETA pretender volver a burlar la Ley de Partidos no sea más que un señuelo con el que ocultar un plan B; un plan B con el que los proetarras podría volver a colarse y el Ejecutivo fingir que ha sido a su pesar.
Aunque esto no sea más que una hipótesis por mi parte, tiene su lógica y, sobre todo, la respalda la experiencia del pasado. Recuérdese lo que pasó en marzo de 2007 con Abertzale Sozialisten Batasuna, con la que los batasunos no disimularon ni siquiera con el nombre. La Fiscalía instó su ilegalización, el partido no pudo presentarse a las municipales y Candido Conde Pumpido sacó hipócritamente pecho como garante de la Ley de Partidos. Luego, sin embargo, se supo que había un compromiso previo con otra formación paralela (ANV), siempre y cuando las llevara a cabo caras menos conocidas del entorno etarra. Gracias a esa maniobra, ETA sigue teniendo representación y subvención en numerosos municipios.
Sigamos fijándonos en Sortu, pero no descartemos que Gobierno y ETA repitan la jugada con otras siglas.