La semana pasada me quedé con ganas de comentar la extrañeza que me causan esos sondeos que, año tras año, dan por ganador a Zapatero ya sea en los Debates sobre el estado de la Nación, ya sea en sus menos frecuentes cara-cara electorales frente a Mariano Rajoy. Tal vez me engañe mi subjetiva impresión de que Rajoy estuvo muy superior a Zapatero en todos ellos, pero no puedo dejar de dudar sobre la calidad de los filtros que han utilizado los encuestadores para asegurarse de que los españoles a quienes les preguntan su valoración sobre la intervención de los respectivos lideres políticos en el Debate han visto la totalidad o, al menos buena parte, de aquello sobre lo que les preguntan. Se trata de una exigencia tan elemental como el de que la muestra pertenezca al universo que pretende describir.
En cualquier caso, y más teniendo en cuenta que los españoles que siguen los debates políticos son una exigua minoría frente a los que tienen derecho de voto, lo que me llama la atención del último sondeo del CIS, que pronostica un empate de escaños entre PSOE y PP, es de índole completamente distinta. Para empezar no se trata tanto del resultado, que también, sino más bien que la predicción se haga en base a una participación nada menos que de un 86%. Al margen de que ese altísimo índice de participación contrasta con el de los comicios europeos anteriores, tampoco es muy coherente con el escaso interés respecto a estas elecciones que los encuestados reflejan en este mismo sondeo. No me refiero sólo al elocuente hecho de que sólo el 26,3% de los encuestados sabía la fecha exacta en la que se van a celebrar los comicios, sino también al 73,6% que reconocen seguir con poco o ningún interés las noticias relacionadas con las elecciones. Es verdad, sin embargo, que un 53,2% de los encuestados afirma que irá a votar "con toda seguridad", al que bien podríamos sumar el 21,2% que lo harán sólo "probablemente". Sin embargo, no me sigue saliendo una participación tal alta.
En cuanto al resultado, es cierto que no me faltan razones para explicar el estancamiento del PP, tales como la intermitencia de su liderazgo, los complejos a la hora de defender y explicar una oferta que sea claramente alternativa o la búsqueda de futuros aliados que les lleva a diluir sus principios y su discurso. También me lo explico por el invierno mediático que padece este partido, al que se ha sumado un comprensible hartazgo que lleva a muchos a criticar a Rajoy, venga o no venga a cuento. Sin embargo, y aun teniendo esto presente, tampoco me encaja entonces el hecho de que UPyD no salga reforzada tal y como señala el sondeo de marras.
El cualquier caso, este encuesta, como cualquier estadística, es en el mejor de los casos un dato histórico. Para conocer la participación y los resultados habrá que esperar al 7-J. Lo que sí me atrevo a decir es que si para entonces alrededor del 80% de los españoles todavía considera que la situación por la que atraviesa España es mala o muy mala y, pese a ello, otorgan un empate al PSOE y PP, sin que ni siquiera UPyD dé un gran salto adelante, entonces ustedes podrán dudar tanto de mi intuición a la hora de hacer pronósticos como yo del criterio de los españoles a la hora de ir a votar.