Ya he dicho en ocasiones anteriores que esperaré a que ETA nos anuncie su arrepentimiento y su incondicional e irreversible disolución para plantearme si la organización terrorista nos hace trampas. Mientras tanto me sigue y seguirá preocupando las trampas que hace buena parte de la clase política y mediática de nuestro país presentándonos los chantajistas comunicados de tregua de la banda -así como los no menos chantajistas pactos de sus voceros en pro de la autodeterminación y de la amnistía-, como si de la derrota del terrorismo se tratara.
En cualquier caso, ya tenemos buena prueba de qué falsa y chantajista "paz" es la que podemos esperar de ETA viendo cómo nos la presentan no sólo los terroristas: así, el diario Deia, órgano oficioso del PNV, planteaba el pasado 30 de septiembre lo siguiente: "Si se confirma lo que la mayoría de las encuestas predicen, el 20 de noviembre puede abrir el tiempo del PP en el Gobierno español. Y Rajoy puede no ser refractario a la tentación de acometer el final de la banda a través de la detención del centenar de activistas que, según el Ministerio de Interior, siguen operativos y de alguna manera identificados y localizados. Los riesgos de una actuación de este tipo serían altos y los miembros del grupo de verificación son conscientes de ello. Cualquier error en las detenciones podría desencadenar una respuesta militar de ETA y un retraimiento de posiciones entre sus bases, lo que podría acarrear una vuelta en el proceso hacia postulados ahora en vías de superación".
Ya ven. A los terroristas Deia los llama "activistas"; a su actividad criminal, "respuesta militar". Al mismo tiempo, el diario nacionalista vasco presenta el deber moral, político y legal de detener a los etarras que siguen prófugos de la Justicia como algo pecaminoso, como una "tentación", o cuanto menos un "error". Si ya resulta bochornoso que así se denigre lo que no es sino una permanente e irrenunciable exigencia de cualquier Estado de Derecho, peor aun es que se le acuse de desencadenar una respuesta militar –léase criminal- por parte de ETA.
Lo cierto es que yo, como Deia, también creo que ese riesgo existe pero no porque los etarras hayan abandonado o estén en "vías de superar unos postulados" de violencia, sino, muy al contrario, porque siguen instalados en la lógica del chantaje. Un chantaje que, diga lo que diga Deia, no solo pasa por conceder impunidad a los terroristas que siguen en libertad, sino por dar pasos a hacia la "amnistía total" de los que ya están en prisión, tal y como nos exigen los comunicados de alto el fuego o el Pacto de Guernica. Eso, sin olvidar la neutralización de la Ley de Partidos y la negociación de un "nuevo marco juridico-político" que contemple el mal llamado derecho de autodeterminación.
Yo no sé si Rajoy cumplirá su deber de detener a los terroristas que quedan en libertad, o por el contrario, mostrará, tal y como apuntaba este lunes Ardanza con envilecida esperanza, "un talante mucho más favorable para pasar esta página desgraciada". Lo que sé es que existe la suicida tentación de llamar "paz" al chantaje y "pasar pagina" a la impunidad. Una tentación en la que muchos ya han caído.