Parece ser que la Policía Nacional ha detenido este miércoles al conocido como violador de La Paz, por ser autor de cuatro agresiones sexuales en las inmediaciones del hospital madrileño del que toma el sobrenombre; y ha resultado ser Pedro Luis Gallego, otrora conocido como el violador del ascensor, excarcelado en noviembre de 2013 tras cumplir sólo parte de la pena a la que había sido condenado por el asesinato de dos jóvenes de 22 y 17 años, además de por 18 agresiones sexuales y violaciones.
La verdad es que el apodo de violador de La Paz le viene a Pedro Luis Gallego como anillo al dedo, no sólo por el lugar donde ha cometido presuntamente sus últimos crímenes, sino por haberlos llevado a cabo gracias a la aplicación de uno de los más silenciados y nauseabundos compromisos adquiridos por el Gobierno de España ante la organización terrorista ETA durante el mal llamado proceso de paz: la derogación de la llamada doctrina Parot.
Aunque este diario ya advirtió editorialmente en noviembre de 2006 de la posible existencia de dicho compromiso con ETA, fue el diario El Mundo el que vino a confirmarlo al publicar en marzo de 2010 las actas incautadas de ETA en las que un emisario de Zapatero –presumiblemente, Manuel Gómez Benitez– lo ratificaba a sus interlocutores etarras :
No tenéis ni idea de la pelea que tenemos para modificar esa doctrina (…) si no hubiera más remedio habría que cambiar las leyes.
Finalmente, dicho compromiso, asumido de forma inconfesa por el Gobierno de Rajoy, fue cumplido en 2013, no mediante el cambio de ley alguna, sino mediante la indebida aplicación a todos los afectados por la llamada doctrina Parot de una sentencia del Tribunal de Estrasburgo que la contradecía en el caso exclusivo de la etarra Inés del Río. Como resultado de ello, decenas de etarras y multitud de violadores y asesinos en serie –entre ellos, el hoy detenido violador de La Paz– fueron prematuramente excarcelados.
La derogación de la doctrina Parot fue celebrada, lógicamente, por los etarras con el mismo entusiasmo que habían celebrado la derogación de facto, que no de iure, de la supuestamente vigente Ley de Partidos. El entonces ministro del Interior, Fernández Díaz, quien ya había dejado de manifiesto su catadura moral nada más ser nombrado en el cargo al afirmar: "Y para que lo sepa todo el mundo, me consta que el Ministerio del Interior en ningún momento ha dejado en suspenso el Estado de Derecho", dio una nueva muestra de desfachatez al considerar que el hecho de que se excarcelan etarras junto a vulgares violadores y asesinos en serie evidenciaba la "derrota" de la banda terrorista.
Como dije por aquel entonces,
el hecho de que estos violadores y demás criminales comunes hayan sacado tajada no convierte en derrota este triunfo de ETA. Sólo lo hace más repugnante.
En cualquier caso, que quede claro que no quiero atribuir exclusivamente a la derogación de la doctrina Parot fenómenos tan frecuentes y repulsivos como son la multitud de violaciones y delitos que se cometen por parte de delincuentes reincidentes que aprovechan los permisos carcelarios o sus excarcelaciones prematuras para volver a las andadas. De hecho, el propio Pedro Luis Gallego ya había salido y vuelto a entrar en la cárcel en varias ocasiones tras reincidir en sus delitos hasta mediados de los años 90, cuando fue condenado y encarcelado por última vez. Sin embargo, es innegable que el violador de la Paz sí sacó tajada, para desgracia de sus últimas cuatro víctimas, de unas indebidas excarcelaciones de las que Fernández Díaz tuvo la caradura de afirmar que evidenciaban "la derrota de ETA".