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Guillermo Dupuy

El error de ignorar al PNV

De producirse nuevos acuerdos -o recomponerse los viejos- entre ETA y el Gobierno, no serían sino la prolongación de un consenso y entendimiento previo de los socialistas con el PNV, tal y como ocurrió durante la primera legislatura.

A pesar de ser pública y notoria la presencia del PNV en las reuniones que los socialistas mantuvieron con los etarras para preparar y prolongar la última tregua terrorista, no faltan quienes todavía insisten en quitar importancia al papel que desempeña el principal partido secesionista vasco en el proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero, que no es otro que mantenerse "como sea" en el poder.

Parecería que a algunos críticos de Zapatero les resultara poca acusación la denuncia de una alianza de los socialistas con el PNV, a pesar de ser este partido el principal firmante y máximo responsable del Pacto de Estella y de haber demostrados su irredenta y persistente voluntad de quebrar la unidad de nuestra nación y su ordenamiento constitucional.

Aunque nada esté más lejos de mi intención que negar la posibilidad de que Zapatero vaya más lejos y vuelva a tener como compañeros de viaje a los "hombres de paz" de la "izquierda abertzale", creo que, de producirse nuevos acuerdos –o recomponerse los viejos– entre ETA y el Gobierno, no serían sino la prolongación de un consenso y entendimiento previo de los socialistas con el PNV, tal y como ocurrió durante la primera legislatura.

Y eso por tres razones elementales. En primer lugar, porque el PNV –a diferencia de la izquierda abertzale– seguirá siendo, con casi total probabilidad, indispensable para formar Gobierno en el País Vasco tras las próximas elecciones autonómicas. Si bien es cierto que el PNV se desplomó en las ultimas elecciones generales, y que muchos de sus votantes corrieron en auxilio de Zapatero, que nadie se llame a engaño: e PNV continuará siendo clave, y lo será todavía más si las franquicias de ETA no se presentan en esta ocasión.

En segundo lugar, el PNV todavía será más necesario para el PSOE si Zapatero, con o sin nueva tregua de ETA, con o sin el apoyo de la izquierda proetarra, persistiera en su descarado intento de presentar el soberanista plan Ibarretxe como si de un nuevo Estatuto, acorde con la Constitución, se tratara. Y eso, por la simple razón de los respectivos pesos parlamentarios y por los procedimientos reglamentarios de reforma estatutaria que Zapatero sí tendría que observar para dar apariencia legal al estatuto rupturista.

En este sentido, si la esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto soberanista catalán animara a Zapatero en su propósito de llevar al País Vasco un nuevo "marco-jurídico político" en el que "los vascos tengan derecho a decidir", tal y como se comprometió a hacer públicamente durante la tregua, los socialistas jamás podrían hacerlo sin el consenso del PNV, cosa que sí podrían hacer sin el consenso de la izquierda proetarra.

Cosa distinta es que, para la imagen de esa futurible operación conjunta contra nuestro régimen constitucional, PSOE y PNV pudiesen volver a requerir de un anestésico de ETA en forma de tregua. Sin embargo, que ETA suministre o no ese anestésico en función de la celeridad y profundidad con que opere el bisturí, no borraría el hecho de que sería PNV y PSOE quienes lo empuñarían.

En tercer lugar, y al margen de hipótesis y futuribles respecto a nuevas treguas o nuevos estatutos, hay una razón más para no deslindar al PSOE del PNV, y es la actual y constatable necesidad que tiene Zapatero de apoyos para mantener su acción de Gobierno, apoyos parlamentarios que sí puede encontrar –y encuentra– en el PNV y que jamás podrá recibir, evidentemente, de la izquierda abertzale.

Hay además una última razón para poner el acento de nuestra denuncia en el entendimiento del PSOE con el PNV, y no con la izquierda proetarra. Y es que si fijamos nuestra atención y nuestra indignación en una alianza del PNV y el PSOE para sacar adelante un estatuto soberanista en el País Vasco, y luego resultase, sin embargo, que la operación incluye también Navarra y se basa en acuerdos con ETA, la indignación ciudadana irá a más. Pero si empezamos por acusar al Ejecutivo de lo más grave y luego resulta que "todo se queda" en una "reforma" como la del estatuto soberanista catalán y que sólo atañe a las tres provincias del País Vasco, corremos el riesgo de insensibilizar a la gente ante lo que seguiría siendo un letal avance del soberanismo, por mucho que no colmara las apetencias de ETA.

Comprendo que con un gobernante como Zapatero es casi un deber ponerse en lo peor. Mas, de igual forma en que lo mejor es a veces enemigo de lo bueno, también ponerse en lo peor puede ser contraproducente para denunciar lo malo de este Gobierno.

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