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Un sindicato para Obama

Robert Kagan tituló un artículo sobre la crisis de Irán con las palabras Obama, del lado del régimen. Lo que pudo parecer algo exagerado entonces, hoy se antoja preclaro. Las piezas del dominó siguen cayendo.

Los tiranos del mundo están de enhorabuena por su perspicacia a la hora de entender los asuntos del mundo. No esperábamos menos de ellos. No se puede decir lo mismo de otros.

Durante la campaña presidencial americana el hoy presidente Obama, preguntado, en relación con el aborto, por el momento en que las personas comienzan a tener derechos humanos, contestó: "ya sea desde la perspectiva científica o teológica, responder específicamente a eso está por encima de mi categoría salarial". 

No es lo único.

Hace una semana entre el presidente y sus adláteres, dejaban claro que no se movería un dedo por los manifestantes de Irán. El exceso de calculada prudencia fue criticado por Hillary Clinton. Ahora, en relación con Honduras, donde hasta los niños de teta ven que Chávez está intentando expandir la revolución bolivariana, socialismo del siglo XXI –vulgo sometimiento y opresión–, Obama ve un golpe de estado que no va a tolerar. Como Castro. Hay meses en que no está uno para nada.

No sólo se trata de la manera especialmente caótica e improvisada de hacer las cosas en Washington, con desconocimiento insólito de las situaciones y sus consecuencias. Es peor. Sea o no de manera deliberada el mensaje que se está transmitiendo con insistencia es que los Estados Unidos están en retirada de la escena internacional.

Anteayer se cumplía el acuerdo firmado por Bush por el que las tropas americanas ya no estarán en las grandes ciudades iraquíes. La idea era regresar con la misión cumplida. No obstante, tanto la violencia en aumento en las últimas semanas como el ambiente generado –con fiesta nacional decretada porque se marchan los que liberaron al país de Saddam– a lo que recuerda es a la escena del helicóptero en Saigón. La frialdad y frivolidad con el que se ha tratado el asunto iraní, en donde hasta los editoriales de Le Monde han sido más elocuentes y firmes en la defensa del mundo libre que las palabras de su presunto líder, denotan que hay un problema.

Robert Kagan tituló un artículo sobre la crisis de Irán con las palabras Obama, del lado del régimen. Lo que pudo parecer algo exagerado entonces, hoy se antoja preclaro. Las piezas del dominó siguen cayendo.

Sarkozy y Merkel, que no están como para imponer sanciones en función de su situación comercial y económica en general, están asustados ante la evaporación de los Estados Unidos de la política internacional. Estaban más cómodos criticando pero bajo el paraguas americano. Este vacío empieza a ser preocupante.

Obama puede hacer dos cosas. Rehacerse y seguir la política de Bush aunque sea por pragmatismo o realismo y mantener un equilibrio hoy vacilante; o puede quejarse al sindicato de que la situación supera su categoría salarial. Si sigue haciendo lo segundo, preparémonos para tiempos recios. Los tiranos ya cuentan con un mundo post-americano, y en función de ello, actúan. Ahora sobre Honduras.

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