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Pandemias sin fronteras

El brote actual de la gripe porcina, cuyas implicaciones y alcance no podemos saber con seguridad en estos momentos, debe llevar a aprender de una vez por todas las lecciones con las que actuar frente a este tipo de crisis.

Desde hace algunos años los expertos epidemiológicos predicen una pandemia tan letal como la tristemente famosa "gripe española" que causó decenas de millones de muertos a comienzos del pasado siglo. No en vano la globalización es algo más que el libre movimiento de capitales, mercancías y personas. También lo es de armas, terroristas, tecnologías y virus. De hecho, organizaciones como la OTAN vienen preparándose para el estallido de epidemias motivadas por ataques terroristas que utilicen patógenos como bacterias y virus.

La velocidad de las comunicaciones modernas y el temor a poner aún más obstáculos a la globalización permite que los agentes biológicos se dispersen con relativa facilidad, en poco tiempo, a lo largo de grandes distancias. La pesadilla de un ataque biológico consistía en un pasajero infectado de viruela, paseando durante horas por las salas de tránsito de un aeropuerto como el de Londres o Frankfurt. Las simulaciones al respecto permitían prever una cadena de infecciones que alcanzarían los millares en pocas horas, afectando a más de una veintena de países solamente en los primeros días.

La epidemia del SARS, en 2003, con su foco inicial en China, pero alcance a medio mundo, fue un importante aviso. Pero el hecho de que los fallecidos finalmente sólo rondaran los dos centenares, con unos dos mil más afectados en todo el mundo, no logró suponer la alarma suficiente como para que los organismos internacionales y los gobiernos reaccionaran de cara a pandemias futuras. Por ejemplo, mientras que Francia acumuló vacunas para casi dos tercios de la población, la mayoría de países, incluida España, se contentaron con viales para un 25% de la población total.

El brote actual de la gripe porcina, cuyas implicaciones y alcance no podemos saber con seguridad en estos momentos, debe llevar a aprender de una vez por todas las lecciones con las que actuar frente a este tipo de crisis. De nuevo se trata de una pandemia de origen espontáneo y natural y, por lo tanto, más sencilla de controlar en teoría que si se tratara de un ataque terrorista, a todas luces mejor planeado para dificultar la reacción.

El terrorismo biológico no es ninguna broma. Es verdad, no es sencillo por multitud de razones técnicas, pero se ha ensayado en diversas ocasiones y es bien sabido que células de Al Qaeda realizaron experimentos con sustancias biológicas. Por eso es tan importante que las autoridades sepan cómo reaccionar frente a una pandemia. Nuestro futuro está en ello, pues las vulnerabilidades que presenten nuestros sistemas nacionales de emergencias serán aprovechados por nuestros enemigos cuando les llegue su oportunidad. Y hoy por hoy, ni la OTAN sabría qué hacer frente a un ataque masivo biológico, por desgracia.

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