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Guerra de manifiestos

Israel nunca se ha opuesto a un Estado árabe en Palestina; pero los árabes siempre se han opuesto a la existencia de Israel. En éstos está la primera causa del conflicto en Oriente Medio.

La historia comenzó cuando un grupo de judíos europeos lanzó un manifiesto titulado Llamamiento a la razón, en el que jugaban al peligroso juego de criticar radicalmente al Gobierno israelí con la coletilla de que se criticaba una política concreta, no a un Estado. En consecuencia, todo el izquierdismo antisemita europeo celebró e hizo circular con entusiasmo el texto, lo que debía haber llenado de preocupación a los firmantes, Alain Finkielkraut y Henry-Lévy entre otros: que los mismos que justifican a Hamás y Hezbolah aplaudan la iniciativa de JCall –que es como se llama la plataforma– debiera preocupar a los firmantes.

¿Qué dice el manifiesto JCall que tanto entusiasma al antisemitismo europeo? Varias cosas, algunas inexactas, otras arbitrarias y otras falsas.

  • Primero, para Filkienkraut y el resto de firmantes, la verdadera amenaza para la existencia de Israel está en la construcción de viviendas en los barrios árabes de Jerusalén Este y Cisjordania. Primera falsedad: no es cierto que Israel esté construyendo nuevos asentamientos en barrios árabes de Jerusalén Este y Cisjordania. Lo que se construye estaba previsto y aprobado de antemano, no en "barrios árabes de Jerusalén", sino en barrios que eran tan judíos como árabes en 1948, cuando la Legión Árabe los "arabizó". Y segundo, un error: estratégica e históricamente, lo que está precisamente demostrado es que la seguridad de Israel se ha garantizado manteniendo los territorios de 1967: que a los firmantes del manifiesto les parezca bien o mal es otra cuestión, pero desde luego la seguridad israelí no depende de que los abandone; más bien es al contrario, al abandonarlos se pone en peligro. Esto desde los cafés y las universidades de París no se ve urgente, pero créannos que desde la palestina israelí se ve demasiado claro.
  • Segundo, para los del JCall, llegará un momento en el que los judíos serán minoría en su propio país y deberán "establecer un régimen que deshonre Israel y lo transforme en un campo de guerra civil". Deformación aventurada de la realidad: según los hechos reales y no las proyecciones morales de cada cual, el único régimen de la zona no deshonroso es el de Israel; y de hecho, el deshonroso es el de la ANP en Cisjordania y el de Hamás en Gaza, de quienes no dicen nada, y quienes, por cierto, sí llevan a cabo una guerra civil entre palestinos. Esta guerra sí es real, y no producto de la imaginación; pero sobre ésta pasan de largo para hablar de algo que, hoy por hoy, ni existe ni se adivina en el futuro.
  • Tercero, para los firmantes, Estados Unidos y Europa deben ejercer presión sobre las dos partes y llevarles a una solución razonable. Lo cual es peligroso, teniendo en cuenta la situación euroamericana actual: ¿quién va a promover una "solución razonable"? ¿Obama, que abandonará, sí o sí, Afganistán en cuestión de meses y que se muestra incapaz de frenar a Ahmadineyad? ¿Los europeos, sumidos en una crisis interna como jamás se ha visto? Si la solución razonable la tienen que dictar Sarkozy, Berlusconi o Zapatero, entonces no será ni solución ni razonable. Más bien lo que se apoya desde JCall es una imposición unilateral del Premio Nóbel de la Paz, –en base al discurso de "El Cairo" que fue recibido con preocupación en Tel Aviv y con desprecio en el mundo árabe– que necesita la legitimidad de quien se define como judío para doblegar la voluntad israelí. En este caso, los impulsores de JCall serían simplemente los adornos del inquilino de la Casa Blanca en su estrategia contra los israelíes.

Ante las consecuencias peligrosas del manifiesto JCall, surgió otro manifiesto, titulado Por Israel, por la razón, lanzado por personalidades que –a diferencia del anterior– no hablaban como judíos sino como occidentales, y que destacan las graves inexactitudes racionales e intelectuales del anterior. Para los firmantes de éste texto:

  • Primero, Israel ha hecho múltiples concesiones que han supuesto un auge del terrorismo y de la amenaza contra Israel: es el caso de la retirada de Gaza en y la del Líbano en 2000. Y siguen siendo rechazados, con lo que se demuestra que los asentamientos son más bien la excusa y no la causa de la violencia árabe.
  • Segundo, como hemos comentado arriba, Israel es la única democracia y la única sociedad abierta de la zona.
  • Tercero, el problema no es un Estado palestino, sino la intención árabe, en Gaza, Cisjordania y los países árabes vecinos de aniquilar Israel. Éste nunca se ha opuesto a un Estado árabe en Palestina; pero los árabes siempre se han opuesto a la existencia de Israel. En éstos está la primera causa del conflicto en Oriente Medio.
  • Cuarto, el gran factor de inestabilidad y peligro para la paz es Irán, y en la zona, los grupos terroristas palestinos, que matan tantos judíos como palestinos, dicho sea de paso.
  • Y quinto; ¿no será que la alargada sombra obamita se extiende sobre los firmantes de "llamamiento a la razón"?

Lucha de manifiestos, con la campaña contra el Gobierno de Israel de fondo, que une tanto a la izquierda europea como al islamismo y a la Casa Blanca en un frente común. La única buena noticia es que el manifiesto Por Israel, por la razón, lleva poco tiempo circulando –a diferencia del de JCall–, pero ha logrado superar en pocos días a la mitad de los firmantes de éste. Teniendo en cuenta las dificultades mediáticas habituales, no es poco, y de seguir así tumbarán la iniciativa de JCall, tan aplaudida por el progresismo. Así que si los lectores de Libertad Digital lo desean, pueden adherirse en este enlace.

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