Más importante que las garantías legales de los enemigos de la democracia son las de aquellos que viven en ella. Y en este sentido, las noticias de los últimos meses preocupan cada vez más a los catalanes. En los medios se informa del creciente aumento de denuncias sobre torturas y malos tratos en las comisarías de los mossos d'escuadra, bajo el Gobierno tripartito catalán que preside el socialista Montilla. El hecho de que existan filmaciones de alguno de estos hechos ha generado una oleada de indignación y de preocupación en Cataluña sobre el cumplimiento de los derechos humanos en el mismo corazón de un país democrático europeo.
Razones para la inquietud no faltan. En las últimas semanas, tres mossos d'escuadra han sido condenados por torturar a un hemofílico y a su novia embarazada. Lo golpearon, le pisaron la cabeza y le metieron una pistola en la boca. Lo maltrataron en el momento de la detención, en el traslado a comisaría y dentro de ésta. En la sentencia, el juez califica el comportamiento como "cruel y salvaje". También en las últimas fechas, cuatro mossos d'escuadra están siendo juzgados por supuestas torturas. Se les acusa de romper entre dos el brazo a un detenido en la comisaría de Les Corts, al que supuestamente dejaron después esposado durante horas.
Estamos lejos de considerar que la tortura sea algo habitual entre los mossos, y todo parece indicar que se trata de hechos aislados, a veces magnificados mediáticamente e incluso en algunos casos fruto de la estrategia de algunos delincuentes. Todo esto es típico y consustancial a los regímenes de Estado de Derecho. Partimos del principio de que son más dignas de confianza las Fuerzas de Seguridad que los malhechores, los asesinos o los terroristas. Pero es innegable la alarma social generada ante el reiterado incumplimiento del Estado de Derecho en la Cataluña de los últimos años.
Estas noticias repetidas sobre torturas no provienen de Guantánamo –Cuba–, sino de territorio-PSOE, Cataluña. Historias de palizas, humillaciones y malos tratos. Y no sobre terroristas yihadistas apresados en campamentos de Al-Qaida cuando se preparaban para asesinar inocentes, sino rateros y carteristas de baja estofa, alguno detenido por equivocación. Los hechos probados por algunas sentencias muestran a policías del Gobierno del PSC comportándose de idéntica manera a la denunciada por la izquierda en Guantánamo y Abu Ghraib. Sólo que esta vez los responsables de la administración no son ni Bush ni Rumsfeld, sino Saura y Montilla.
Además, el Gobierno catalán se dedica a brindar apoyo jurídico de manera voluntaria a los condenados por torturas. La diferente actitud progresista ante el terrorista afgano en Guantánamo y el carterista barcelonés es llamativa. Mientras la izquierda española se escandaliza respecto al trato hacia el primero, quita importancia o brinda apoyo legal a los condenados por torturas y malos tratos aquí, en el corazón de la democrática Europa.
Los detenidos en Guantánamo son sospechosos de planear o cometer actos terroristas contra las sociedades democráticas, han sido detenidos en campamentos terroristas o integrados en células criminales. El estómago de la izquierda española no soporta esto. Pero sí que determinados comportamientos se den bajo su Gobierno con chorizos, carteristas o inmigrantes ilegales. Se dedica a demonizar a los Estados Unidos en relación con Guantánamo, mientras se aprecia una evidente erosión del cumplimiento del Estado de Derecho allí donde gobierna el PSOE con sus aliados nacionalistas.
Más preocupante que las garantías legales de los "combatientes enemigos" contra la democracia en Guantánamo son las garantías legales de los que viven en democracia. Pero para nuestra izquierda no es así: le preocupan los derechos de los fundamentalistas islámicos detenidos en Afganistán, pero si es usted blanco, occidental, español y catalán detenido en Cataluña no espere clemencia ni comprensión alguna.