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Francia y España en el Magreb

Marruecos no pierde ocasión para relacionar a su enemigo Polisario con AQMI y, en general, con el terrorismo que se sufre en la zona. Ello a pesar de que nunca se haya encontrado, o Rabat haya aportado, ninguna remota prueba al respecto.

Las recientes declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, afirmando, tras reunirse con su homólogo francés Bernard Kouchner el 6 de septiembre, que España y Francia tienen una misma visión del conflicto del Sáhara Occidental, puede ir más allá de la simple cortesía diplomática y ya está provocando la irritación de Argelia. Para algunos podría ser interpretado –esforzándose mucho– como la coincidencia en defender la vía legal y legítima internacional representada tanto por la ONU como por la voluntad de las partes. Para otros como un intento español de aproximarse a Francia tras las fricciones relacionadas con la resolución del secuestro de nuestros cooperantes en el Sahel. Pero puede contribuir a enturbiar nuestras relaciones bilaterales con Argelia y, con ello, introducir un elemento negativo en los preparativos de la II Cumbre de la Unión para el Mediterráneo, prevista para noviembre en Barcelona si se interpreta como una mera aceptación de la fórmula marroquí de la autonomía. Recordemos que París ha aceptado ya hace años y sin ambages esta fórmula y España parece hacerlo unas veces para desdecirse otras, pero siempre en la mala dirección.

También ha chocado de entre las declaraciones de nuestro ninistro el que aseverara que si el conflicto del Sáhara Occidental se resolviera también lo haría el del Sahel, referencia esta última que estará lógicamente referida a la amenaza terrorista cada vez más evidente en dicha franja. Esto puede interpretarse en negativo, es decir, considerando que Sáhara y Sahel –es decir, conflicto de descolonización no resuelto y amenaza terrorista son lo mismo (o Polisario y Al Qaida en el Magreb Islámico, AQMI, estarían interrelacionados)– o en positivo, queriendo argumentar que sin el conflicto del Sáhara muchas energías podrían dedicarse a combatir a los terroristas. Recordemos que Marruecos no pierde ocasión para relacionar a su enemigo Polisario con AQMI y, en general, con el terrorismo que se sufre en la zona. Ello a pesar de que nunca se haya encontrado, o Rabat haya aportado, ninguna remota prueba al respecto.

Lo cierto es que en las relaciones euro-magrebíes cualquier aseveración debe de ser bien explicada y no dejar que la interpreten otros: si lo hacemos obtendremos generalmente la interpretación más irritante. Además, todo esto ocurre cuando el ministro Moratinos espera fecha para comparecer en el Congreso de los Diputados para explicar qué medidas adoptó España ante la agresión sufrida en agosto por activistas pro-saharauis en El Aaiún, y mientras por otro lado Marruecos avanza inexorablemente hacia la incorporación propagandística del Sáhara Occidental una vez ha ofrecido al mundo, como supuesta concesión, la autonomía por la que se va a regir jurídicamente dentro del ordenamiento legal marroquí. Con una Reunión de Alto Nivel (RAN) hispano-argelina prevista para noviembre y con la celebración también en noviembre de la II Cumbre de la UpM, los intercambios entre marroquíes y argelinos, desde el lado magrebí, y españoles y franceses, desde el europeo, parece que están esforzándose en introducir de cara a la misma todas las dificultades posibles. Que al final pagaremos nosotros.

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