Con la intensificación de la violencia sobre el terreno y la aparente convergencia en una oposición desde siempre caracterizada por sus divisiones, los grandes del mundo aceleran sus esfuerzos para definir una salida para Siria.
Ardua labor, sobre todo porque los opositores más letales en ningún momento han aceptado entrar en juegos diplomáticos, asegurados por sus logros y reasegurados por su ideología yihadista salafista. El Frente al Nusra y sus adláteres, como Jund al Sham o el Frente Islámico Sirio, abominan de quienes pretenden negociar cuando se puede liquidar al régimen del apóstata, por chií, Bashar al Asad. En realidad, denominaciones no faltan para tanto grupo yihadista actuando en suelo sirio, pero el grupo por excelencia y el que más temores provoca dentro y fuera del país si acaba imponiéndose es Al Nusra.
Cristianos, drusos, chiíes, kurdos y suníes moderados tiemblan al imaginar un régimen dominado o, al menos coaccionado, por Al Nusra. Y fuera del país también se teme tal escenario. EEUU, gran dinamizador de la oposición contra Asad, en el mismo momento en el que, junto a otros grandes actores, lograba impulsar la Coalición Nacional de las Fuerzas de la Revolución y de la Oposición Siria incluía a Al Nusra en la lista del Departamento de Estado de organizaciones terroristas. El problema es que lo ha hecho demasiado tarde, y que los efectos de tal inclusión serán mínimos, dada la aceleración del conflicto.
Precisamente la deriva bélica y la intensificación de los atentados por parte del Frente al Nusra en la misma Damasco ha llevado a los Estados más dinámicos en el esfuerzo diplomático a explorar una salida negociada con urgencia. Rusia, tradicional valedora de un régimen sirio que es el último aliado que le queda en el Mediterráneo, arrancaba en Moscú el pasado día 25 una delegación siria un compromiso con la fórmula de la negociación. Y lo hacía además en una semana en la que Siria va a ser el punto principal en reuniones muy relevantes; por ejemplo, las del nuevo secretario de Estado estadounidense, John Kerry, de gira por Londres, Berlín, Roma, Ankara, El Cairo, Riad, Abu Dabi y Doha. O la multilateral y monográfica que ha celebrado hoy mismo en Roma el denominado Grupo de Amigos del Pueblo Sirio, del que forman parte once Estados que están en el epicentro de la búsqueda de fórmulas de salida y que son los dinamizadores del largo proceso en el que se ha venido presionando al régimen de Damasco para que ceda.
Todo ello servirá de prólogo a la primera gira de Barack H. Obama por Oriente Próximo en su segunda legislatura, que se celebrará en marzo y que difícilmente se producirá en un contexto de estabilización de Siria.