Probablemente, para el Vaticano el Gobierno de Rodríguez Zapatero sea el gobierno más peligroso de Europa. Es el que más lejos ha ido en el intento de descristianización social, y el que está dispuesto a dar el paso involucionista de intervenir la libertad religiosa de los españoles vía Ley de Libertad Religiosa, dando ejemplo a los demás. Y ello además en un país existencialmente católico como España, donde el 80% de los españoles se declaran católicos, y que se ha convertido en el laboratorio institucional de la progresía cristófoba europea. El mismo Zapatero que pisa ahora el Vaticano ha aprobado una Ley de Memoria Histórica que defiende la ilegitimidad de los juicios realizados contra quienes torturaron, mutilaron y asesinaron a miles de religiosos españoles; y considera ejemplar y modelo a seguir los gobiernos frentepopulistas de los años treinta, origen de la mayor persecución religiosa desde la época romana. Quizá podría explicar todo eso al Sumo Pontífice.
Pero no sólo es que Zapatero esté embarcado en un proceso para descristianizar la España a la que en unos meses llegará Benedicto XVI. De cara al exterior, al futuro de Europa y de Occidente mismo, es también uno de los dirigentes más peligrosos con los que se puede encontrar el Vaticano. Su Alianza de Civilizaciones nada tiene que ver con el diálogo interreligioso que Benedicto XVI lleva defendiendo desde su discurso de Ratisbona. Aquel discurso fue recibido con igual hostilidad por la izquierda española y por el islamismo radical, porque exigía que toda costumbre religiosa fuese acorde con la razón y la ley natural, algo que casa mal tanto con el aborto progresista como con el terrorismo islamista. De hecho, la izquierda española recibió con insultos el texto del Papa, por la sencilla razón de que dibujaba una jerarquía de valores y de principios, universalmente válidos y que ninguna religión o ideología podía subvertir.
Justo lo contrario es lo propuesto por Zapatero en su Alianza de Civilizaciones, una mezcla de relativismo intelectual y moral y de odio y desprecio hacia la tradición cultural occidental, especialmente hacia el cristianismo: una Alianza activa en lo referido a debilitar las estructuras morales europeas frente al resto del mundo, que ha motivado su entusiasta recepción en Turquía, la Liga Árabe o Irán. Es decir, en los países que con más saña persiguen a los cristianos.
Y las consecuencias estratégicas de los aliados que Zapatero se ha buscado las estamos viendo ya. El proceso de islamización llevado a cabo por Erdogán, el aliado de Zapatero en la Alianza de Civilizaciones, no le está saliendo gratis a la Iglesia Católica. Hace unos días moría degollado el presidente de la Conferencia Episcopal turca, en el último episodio de una campaña islamista contra los cristianos turcos que está asolando comunidades cristianas en aquel país. Hoy, Turquía, la aliada de Zapatero, es uno de los países musulmanes donde hay más intolerancia contra la religión cristiana. Está además el caso de las expulsiones masivas de cristianos en Marruecos, que ningún comentario han sugerido en la Presidencia Europea de ZP, o el caso de las últimas amenazas de la Liga Árabe e Irán para la aniquilación del pueblo judío.
La Iglesia nació 2.000 años antes que Zapatero; probablemente le sobrevivirá al menos otros 2.000. Pero si lo hace, no será por el empeño del dirigente español. En lo que éste está ocupado es en erradicarla de España y en fortalecer a sus enemigos en Oriente. Si por él fuera, la Iglesia saldría derrotada históricamente, tanto de España como del resto del mundo. De todos los gobernantes europeos, el dirigente español es el peor enemigo vaticano. Al menos todo parece indicar que Benedicto XVI es consciente de todo ello, y en 2011 vendrá a nuestro país a reivindicar la España cristiana que Zapatero tanto desprecia.