Los Kirchner y sus cortesanos peronistas muestran la deriva de la izquierda occidental después de la caída del bloque socialista en Europa: derrotadas sus teorías económicas, su afán de creación del hombre nuevo se ha trasladado a las elementos antropológicos y sociales del ser humano: la identidad sexual, el matrimonio, el aborto, la eutanasia, las cuotas, la memoria histórica...
La familia Kirchner, que gobierna desde 2003, prosigue la senda desbrozada en España por el PSOE de Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011, y está implantando en Hispanoamérica esa antropología. El objetivo es proceder a una revolución social que anticipe una revolución política. En Argentina, mientras las instituciones políticas acosan a los medios de comunicación independientes, modifican el Código Civil para hacer legales los nuevos modelos de familia y debaten rebajar la edad de sufragio a los 16 años, los intelectuales de choque, reunidos en la organización Carta Abierta, exigen la apertura de un proceso constituyente centrado en la supresión del límite a la reelección presidencial.
La Constitución de 1853, vigente hasta finales del siglo XX, permitía reelecciones alternas cada seis años, pero la de 1994 permite sólo dos mandatos seguidos, en total ocho años. Sólo la Constitución de 1949, elaborada bajo Juan Domingo Perón, autorizaba la reelección ilimitada. Como Cristina Fernández empezó hace un año su segundo y último mandato, quienes viven a su sombra pretenden la subversión de los principios constitucionales de la república.
El riesgo de que se erija una monarquía peronista sobre la familia Kirchner está haciendo que la fragmentada oposición política y la pequeña opinión pública no controlada o sometida al poder se unan.
Una encuesta revela que un 66% de los argentinos, incluidos muchos votantes de la presidenta, está en contra de la re-reelección. Por ello, el Gobierno ya ha comenzado el despliegue de sus brigadas mediáticas. Los peronistas no están dispuestos a dejar el poder.