Marruecos amenaza a España si da el paso a favor de la causa saharaui que pide Aminetu Haidar. La frágil mujer ha puesto en jaque su vida con una huelga de hambre para poner al descubierto la vergonzosa complicidad de Zapatero –paladín planetario del derecho internacional y los derechos humanos–, con la sistemática violación de las resoluciones de la ONU de los sultanes alauitas en relación con la ex provincia española del Sahara Occidental y con la minuciosa violación de los derechos humanos que Marruecos comete en esa zona que abandonamos a su suerte no hace tanto tiempo.
¿Con qué nos amenaza Marruecos? Fuad Ali el Himma, gran amigo de Mohammed VI y líder del partido marroquí Autenticidad y Modernidad (también conocido como el partido del rey) ha enviado a España un mensaje, dicho con sus propias palabras, "contundente":
España debe elegir entre convivir con un Marruecos que demuestre su capacidad de controlar todo lo que sucede en su territorio y luchar contra las plagas que le han afectado o convivir con una región con peligros que pueden tener consecuencias sobre su porvenir y el de Europa.
Es de sobra sabido que no hay a la vista otro riesgo para la seguridad de España o de la Unión Europea en el que la ayuda de Marruecos pueda ser de alguna utilidad, que el del terrorismo islámico. No cabe otra lectura al tono intimidatorio marroquí.
En Marruecos, ya se sabe, nadie va por libre en materia política y menos cuando está el Sahara de por medio. Pero como la ingenuidad e ignorancia de Zapatero en materia de política exterior debe de haber llegado a oídos hasta del propio Rey Mohammed, el lunes volvieron a repetir el mensaje por boca del propio ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Tajeb Fassi Fihri. Fue nada más y nada menos que en Bruselas, donde acudió al octavo Consejo de Asociación entre la Unión Europea y Marruecos. El caso Haidar, advirtió el ministro marroquí, puede repercutir negativamente en la cooperación hispano-marroquí en materia de seguridad e inmigración. Nueva amenaza, que para mayor escarnio de Zapatero y vergüenza de los españoles, los representantes franceses no sólo consintieron, sino que aplaudieron.
No es la primera vez que el régimen alauita relaciona el asunto del Sahara con la amenaza de Al Qaeda a España. En el año 2000, el Rey Mohammed, culminó una durísima conversación con el entonces ministro Piqué, plagada de reproches hacia la política exterior de Aznar –entre otras cosas por su inflexibilidad en la defensa del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui–, en tono amenazador. Le recordó que España no tenía de momento problemas de terrorismo islámico, pero que ésa era una posibilidad que no había que descartar en el próximo futuro. Fue el punto de no retorno en las de ya por sí tensas relaciones entre Aznar y Mohammed VI por el chantaje con que Marruecos intentaba doblegar a España en el asunto del Sahara. Al apoyo de Aznar en la ONU al plan Baker, que preveía una consulta de la ONU para los saharauis, Mohammed respondió con la ocupación del islote de Perejil.
Hurgando en la herida nacional española, tras el ataque del 11-M las autoridades de Marruecos volvieron a recordar que la falta de solución al conflicto del Sahara propicia que haya una amplia franja del desierto sin control –sin su control, claro– y vulnerable a la proliferación de bases del terrorismo islámico magrebí. Lo cual venían a decir desde Rabat, favorecía atentados islamistas futuros en España. El chantaje es claro. Mohammed VI ha seguido poniendo mucho énfasis en que él es la baza de la seguridad occidental contra Al Qaeda en el Magreb, y que un Sahara independiente se convertiría en un Estado débil como Mauritania donde la inestabilidad es la causa de que campen a sus anchas grupos como los que han secuestrado recientemente a tres cooperantes españoles.
Las investigaciones sobre el 11-M muestran que esto es falso. Aún con todos los agujeros negros por resolver, lo único claro es que ninguno de los implicados tuvo nada que ver ni con el Sahara ni con Mauritania; la mayoría habían nacido en ciudades tan marroquíes como Tánger y Tetuán. ¿Dónde estaba el poder del control del majzén? No en impedir que los terroristas pasen a Europa, desde luego, porque pasar, pasan. Tampoco hay que olvidar que el cierre de la frontera argelina está relacionado con las acusaciones de Argel, que denunció el manejo de la cooperación antiterrorista por parte de su vecino como baza de chantaje para acabar con la alianza argelino-polisaria.
Dris Basri, dijo a propósito del atentado islamista en Madrid –que sigue sin tener autoría intelectual– lo siguiente: "Quien fijó el día del 11-M quería derribar a Aznar". Desde luego lo consiguió, pero lo más importante es que fuese precisamente el todopoderoso y temido ex ministro de Interior marroquí el que lo dijera sin despeinarse. La historia de Marruecos y el terrorismo islámico con España es una historia de veladas amenazas, claros chantajes y referencias al Sahara. El caso Haidar lo pone de nuevo sobre la mesa: Marruecos amenaza a España, y lo hace sibilinamente recordándonos la posibilidad de nuevos 11-M. Eso sí, ni Moratinos ni Zapatero se dan por aludidos. ¿Por qué?