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Antiterrorismo en Argel

La guerra civil en Libia, y el auge del terrorismo y de los tráficos ilícitos en sus vecinos, definen un escenario particularmente inquietante para los países europeos.

La celebración de una Conferencia Internacional sobre Terrorismo y Seguridad en el Sahel, en Argel, el 7 y 8 de septiembre, es especialmente oportuna ante la evolución de los acontecimientos en la región en lo que a la amenaza yihadista respecta. La guerra civil en Libia, y el auge del terrorismo y de los tráficos ilícitos en sus vecinos, definen un escenario particularmente inquietante para los países europeos.

Aunque muchos medios occidentales se han detenido más en algunos detalles políticos y diplomáticos del evento –la presencia de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y de la OTAN, o la ausencia de Marruecos y de Libia– creemos que lo verdaderamente importante, y preocupante, es tanto la agenda del mismo como el contexto en el que se produce. Los cinco grandes estuvieron representados; los EEUU nada menos que por el general Carter F. Ham, desde marzo el nuevo Jefe del USAFRICOM. No estuvo Marruecos, en tensión casi permanente con Argelia y que en lo que al terrorismo yihadista salafista respecta siempre ha ido a su aire. Tampoco Libia, al no reconocer aún el Gobierno argelino al Consejo Nacional de Transición (CNT) como el Ejecutivo libio.

Pero lo verdaderamente importante es la creciente amenaza, y no tanto los detalles político-diplomáticos. La guerra civil en Libia ha permitido el libre acceso a muchas armas, y ha dado libertad de movimientos y protagonismo a muchos extremistas, y esto los argelinos lo saben bien porque lo están sufriendo. Pensemos que ahora mismo, y desde el 13 de septiembre, más de 5.000 militares argelinos están inmersos en una operación de limpieza contra los terroristas de Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) en la región norteña de la Cabilia.

No sólo Argelia enciende las alarmas. El presidente de Mauritania, Mohamed Uld Abdel Aziz, declaraba el 14 de septiembre a una emisora francesa que AQMI se ha aprovechado de la proliferación de armas para reforzarse. El problema se agrava con el hecho de que AQMI no es el único actor amenazante en la región: un enfrentamiento entre traficantes de drogas producido el 12 de septiembre en la frontera entre Malí y Argelia –en torno a una tonelada de cocaína colombiana– costaba la vida a cuatro delincuentes. Y por supuesto, la amenaza combinada de terrorismo y de tráficos ilícitos varios en el contexto actual permite vislumbrar que algunos actores no estatales se están dotando de sistemas de armas, que los hacen más fuertes que algunos Estados de la región. Francia, por motivos obvios, quitaba hierro a las declaraciones del presidente mauritano sobre las maldades de la campaña militar en Libia por boca de su Embajador en Argel, Xavier Driencourt. Pero con cuatro nacionales aún en manos terroristas desde que fueran secuestrados por AQMI en septiembre de 2010, puede sufrir particularmente el reforzamiento de los terroristas. En fin, que obnubilarse por el "éxito" de derrocar a Gadafi, y no reconocer lo que se nos viene encima, puede ser peligroso, máxime si ello genera, y lo ha hecho ya, inestabilidad en el entorno inmediato.

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