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Antisemitismo en tiempos difíciles

En vez del burdo linchamiento y el insulto grosero, el antisemitismo actual pasa por deslegitimar las acciones defensivas de Israel, por un lado; y legitimar y justificar las de sus enemigos, por salvajes que sean.

El miércoles ha comenzado en Madrid el IV Seminario sobre Antisemitismo que reúne a intelectuales, políticos y miembros de la sociedad civil, de España y de otras naciones de nuestro entorno. Las jornadas, organizadas por la Federación de Comunidades Judías de España, coinciden con las renovadas amenazas iraníes contra Israel, el auge del islamismo judeófobo en el norte de Africa, y el imprevisible panorama en Siria.

El problema tratado, no obstante, es el antisemitismo en nuestras sociedades, una pesada carga ideológica y política para Israel que dificulta su respuesta a esos nuevos peligros. Y es que en estas peligrosas circunstancias estratégicas, el antisemitismo europeo gira en torno a dos ejes devastadores. Por un lado, la deslegitimación continua de los instrumentos básicos que garantizan la seguridad y la defensa de Israel: sus políticos, fuerzas armadas y policiales son fiscalizadas en occidente como las de ningún país en el mundo y sometidas a una presión que sería intolerable para los mismos países que la ejercen.

En segundo lugar, en tiempos de zozobra en el mundo árabe, la deslegitimación de Israel se está plasmando de manera indirecta en la legitimación de sus enemigos declarados: es el caso de los Hermanos Musulmanes egipcios, que ya declararon su intención de "revisar" –léase "romper"– el tratado de paz con Israel. El reconocimiento y hasta la celebración en algunos sectores europeos de la Hermandad como actor político digno y deseable hace real la posibilidad de otra guerra contra el pueblo judío. Como también lo es dejar que la amenaza nuclear iraní se cierna sobre los judíos de Israel.

Y es que el antisemitismo europeo ha adquirido un carácter sibilino y malicioso. En vez del burdo linchamiento y el insulto grosero, el antisemitismo actual pasa por deslegitimar las acciones defensivas de Israel, por un lado; y legitimar y justificar las de sus enemigos, por salvajes que sean. El triste episodio de la flotilla islamista del año pasado, el tratamiento que la izquierda mediática hizo del suceso, y el trato dado a Israel, ejemplifican bien el comportamiento de este antisemitismo, que desembocó en ataques judeófobos aquí mismo, en España.

El antisemitismo en occidente es el empeñado en la deslegitimación del derecho de Israel a defenderse, justo en momentos difíciles para la democracia israelí. Deslegitimación ejecutada por los mismos que al mismo tiempo muestran solemnemente su preocupación por una discriminación que ellos ponen en marcha, al tratar y maltratar a Israel como a ningún otro país. Y poniéndolo en peligro. Lo peor es que los mismos que niegan al Estado judío su derecho a la defensa, se espantarán si algún día su inconsciencia acaba en catástrofe.

Frente a ello, más vale reconocer que luchar contra el antisemitismo pasa por reconocer el derecho de Israel a defenderse, y desenmascarar los antisemitas que dicen no serlo pero que ponen en peligro la vida de los millones de judíos de Israel.

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