Desde el mismo día en que fue elegido, el Gobierno de Zapatero puso en práctica su doctrina sobre el terrorismo islámico; era producto de la arrogancia de Estados Unidos en particular y Occidente en general, que se dedicaban a expander su poder por el mundo. Así, frente a la guerra contra el terrorismo, ZP propuso la política del apaciguamiento. Al terrorista no se le vence, se le convence. Y se le convence cambiando de actitud respecto al mundo árabe.
En consecuencia, Zapatero retiró las tropas de Irak, animó a los demás a hacerlo y es hoy el Gobierno occidental que mejor trata a todo tipo de radicalismos islámicos. Desde que fue elegido presidente, Zapatero y Moratinos han pasado la mano por el hombro a Irán, a Hezbolá, a Hamás y a todo aquel islamista de turno con el que se cruzan en el camino, de uno u otro signo o secta. Incluso Al Qaeda se felicitó de la retirada española de Irak.
Pero he aquí que la guerra que el islamismo ha declarado a Occidente en general tiene a los españoles en primera línea. No tiene nada tiene que ver con lo que el progresismo español nos está vendiendo y Zapatero lleva a la práctica. El atentado contra los turistas españoles en Yemen no era simple casualidad en un país desestructurado, semisalvaje y dejado de la mano de Dios. Existía la inteligencia del terrorista detrás, eligiendo el blanco y preparando el crimen en vista de lograr el golpe psicológico buscado.
Ahora nos enteramos de que la muerte de ocho españoles en Yemen no era la única preparada. Los esbirros de Ben Laden en la región buscaban, después del atentado del 2 de julio, asesinar a los miembros de la Guarda Civil, CNI y Policía Nacional desplazados para investigar el atentado. Si fue casualidad que se tratara de turistas españoles o no, lo que está claro es que después sí buscaron masacrar a nuestros investigadores. Tras matar españoles, Al Qaeda buscaba matar más españoles. Y además funcionarios, representantes de nuestra nación.
La lección es simple; por mucho que intentemos apaciguar a los terorristas, Al Qaeda buscará matar españoles, turistas, militares o policías, en cualquier lugar del mundo. Y esto con un Gobierno que dice comprenderles mejor que nadie y que ha renunciado a perseguirles allí donde se escondan.¿Creía alguien que la retirada de Irak aplacaría el ansia infinita de sangre de Al Qaeda? ¿Que la Alianza de Civilizaciones sería recibida como algo distinto a una prueba de debilidad y traición? Zapatero abandonó a nuestros aliados. Se quedó sólo y aislado de la guerra contra el terror, tendiendo la mano a quien quiere cortárnosla. En consecuencia, Ben Laden sigue queriendo matar españoles. Y es que Al Qaeda no paga traidores.