Con un mandato renovado hasta diciembre de 2012, la Operación Atalanta de la Unión Europea es liderada de nuevo por España para un período de cinco meses, sucediendo desde principios de diciembre a Francia. El mando marítimo se suma al terrestre desarrollado por nuestro país en lo que respecta al entrenamiento del embrión del futuro ejército somalí en Uganda. Todo ello es motivo indudable de orgullo, pero también conlleva un incremento en nuestras vulnerabilidades, en especial en un contexto como es el de Somalia donde los yihadistas salafistas de Al Shabab y otros grupos ganan peso cada día.
Gracias al esfuerzo combinado de unidades navales de la UE, de la OTAN, de los EEUU y de otros países, hoy se considera que sólo uno de cada cinco intentos de abordaje llegan a buen término para los piratas. Pero la abundancia de los ataques y el hecho de que, según las fuentes, entre 25 y 35 barcos y entre 500 y 650 tripulantes sean rehenes de los piratas, es lo suficientemente preocupante. La renovación del mandato para la Operación Atalanta demuestra que la amenaza perdura. Además, la labor de nuestros marinos es frustrante pues la sensación de impunidad de los criminales perdura: en los cuatro meses de mando francés, 120 piratas fueron capturados, pero de ellos sólo cinco serán juzgados. Y viendo en perspectiva casi todo el año 2010, hasta 1.200 piratas han sido detenidos por las distintas flotillas multinacionales y unidades navales nacionales desplegadas para combatirlos.
Además los rescates que obtienen son jugosos: en noviembre lograron 7 millones de euros por un barco y sus tripulantes, una cantidad que nos recuerda de inmediato los 8 millones pagados por el Gobierno de Zapatero a Al Qaeda en el Magreb (AQMI) por nuestros tres cooperantes: un caso este último de piratería y terrorismo en tierra. Los susodichos 7 millones contrastan con los algo más de 330.000 euros conseguidos también por los piratas en aguas somalíes en noviembre a cambio de dos jubilados británicos que habían sido secuestrados hace más de un año cuando navegaban en un velero. Ambos ejemplos demuestran la adaptabilidad de los piratas, y las vulnerabilidades del mundo frente a ellos.
Por otro lado, en Uganda 38 efectivos del Ejército de Tierra siguen entrenando al embrión de lo que será el futuro Ejército somalí habiendo formado ya a 891 de ellos. Este esfuerzo pretende ir dando solidez al Gobierno federal de transición, que en noviembre se veía reforzado con la designación de un somalí de la diáspora, Mohamed Abdullahi Mohamed, como primer ministro de un Gabinete de cuyo mandato expira en agosto de 2011. El Gobierno deberá ejercer en un contexto marcado por la ininterrumpida ofensiva de Al Shabab y por la dramática realidad de unos 9 millones de somalíes dependiendo diariamente de la ayuda humanitaria procedente del exterior y de la que los piratas tratan de apoderarse.
GEES
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Al mando en Somalia
La abundancia de los ataques y el hecho de que, según las fuentes, entre 25 y 35 barcos y entre 500 y 650 tripulantes sean rehenes de los piratas, es lo suficientemente preocupante.
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