Ante todo quiero manifestar mi respeto y reconocimiento por el trabajo bien hecho por cualquier profesional, incluyendo a los de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No obstante, a veces se cometen errores que tienen una gran trascendencia en la sociedad y en la vida de las personas. En estos casos, la fiabilidad y el aseguramiento de las pruebas practicadas debe tener prioridad sobre otras consideraciones.
Quisiera hacer algunas reflexiones sobre el caso de los niños de Córdoba, Ruth y Antonio, desaparecidos el año pasado; caso en el que la investigación policial, al igual que otras que todos tenemos en mente, parece resistirse al esclarecimiento.
Durante los meses de agosto y septiembre, casi todos los medios de comunicación informaron insistentemente sobre los resultados de las nuevas pruebas periciales practicadas a los restos hallados en la finca Las Quemadillas, en una especie de horno crematorio improvisado.
Mi información sobre este caso procede de los medios audiovisuales, por tanto puede carecer de la veracidad y del rigor que desearía al tratar un tema tan delicado y de tan hondas repercusiones. Según tengo entendido, la pericial inicial concluyó que los restos (óseos, al parecer) hallados en un fuego practicado en la finca correspondían a roedores. La voluntad de una madre apenada y dolorida hizo posible la realización de otras pericias, que llegaron a conclusiones muy distintas: se trataba de restos correspondientes a humanos con edades idénticas a las de los niños desaparecidos.
La primera pericial, según mi información, fue realizada por una perito de la Policía Científica. Las otras no, y se hicieron en centros no dependientes de la Policía. Deseo que la Justicia no ensombrezca el trabajo de los científicos, y que la madre y los familiares de los niños, pese a que han sufrido pérdidas irreparables, puedan hallar algo de paz
Mi familia, junto a otras dos mil –y me atrevo a incluir a casi todos los españoles–, sigue siendo víctima de una pericial de los Tedax hecha el 11 de marzo de 2004 y otra realizada en 2007 por un equipo de ocho peritos, cuatro de los cuales no dependíamos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Me refiero a las periciales de explosivos practicadas para identificar las cargas explosivas utilizadas en los atentados de los trenes de Cercanías. Si analizamos ambas periciales podemos pensar que los autores del atentado tenían planeado impedir que el explosivo pudiera ser conocido e investigado.
El análisis inicial de unas muestras tomadas por los Tedax concluía: "Se han hallado componentes genéricos de las dinamitas". Este resultado analítico, realizado con técnicas como la denominada cromatografía en capa fina, que deja un registro indeleble y permanente, parece que nadie lo pudo ver. Este hecho puede ser equivalente al de identificar restos de roedores donde sólo había restos humanos. En mi opinión, el del 11-M fue un análisis fallido o trucado, pues no aclaró la naturaleza de todos y cada uno de los componentes de la carga explosiva. El resultado ocultado, ambiguo e inconcreto, fue la única pericial de las muestras de los focos que se incluyó en el sumario del 11-M. La Policía Científica, cuyos laboratorios son los cualificados para realizar periciales de explosivos, no intervino en la investigación analítica de las muestras de los focos de explosión de los trenes. Miento, sólo recibieron y analizaron una muestra de polvo de extintor procedente de la estación de El Pozo. Pero el análisis practicado fue incompleto, o en el informe se omitió la presencia de explosivos propios de algún tipo de Titadyn.
El tribunal que juzgó los atentados de los trenes de Cercanías, consciente del gran fallo del sumario, solicitó una pericial de explosivos quince días antes del inicio del juicio. El análisis del 11 de marzo lo hizo un solo perito de los Tedax; a nosotros –ocho peritos–, en cambio, nos hicieron falta tres meses y medio. Y lo hicimos tres años después de los hechos, sin muestras válidas (todas inferiores a 0,1 gramos), previamente lavadas y con todos los escenarios del crimen destruidos; salvo el foco de la estación de Santa Eugenia apareció milagrosamente este año, como supimos por Libertad Digital. Los resultados de dicha pericial se resistieron a ver la luz pública porque en las muestras de los focos aparecieron dos componentes inesperados e indeseables (DNT y NG), presentes en algunos tipos de Titadyn. Aquí no hubo análisis de contraste en laboratorios ajenos a la Policía porque, para empezar, no había muestras; la Fiscalía, con la frase "Ha sido Goma 2 ECO, ¡y vale ya!", transformada después en "Da igual el tipo de explosivo", no parecía en disposición de aclarar si el explosivo que mató a doscientos viajeros de Renfe era distinto al esparcido por los criminales ejecutores por los aledaños del escenario de la matanza. Esto no se le ocurre ni al más bisoño de los terroristas. El tribunal tampoco trató de profundizar y aclarar las irregularidades en la pseudoinvestigación del explosivo utilizado en los trenes.
Si comparamos el tratamiento dado al caso de los niños desaparecidos con el de los 192 mártires inmolados en los trenes podemos apreciar la voluntad inquebrantable de una madre por descubrir a los asesinos de sus hijos frente a la pasividad de las otras víctimas. Respecto a las periciales practicadas por la Policía, creo que los comentarios que anteceden dejan patente que en un caso se ha permitido realizar diversas tomas de muestras y que la Fiscalía ha colaborado activamente en ello. También se ha permitido la realización de contraanálisis en laboratorios independientes. En el caso del 11-M, las muestras tomadas de once vagones se redujeron a 23. Ni el juez instructor, ni la Fiscalía ni el tribunal exigieron nuevas tomas de muestras de los escenarios del crimen, ni análisis independientes. La aparición, en marzo, de un foco del vagón de Santa Eugenia, hasta hoy, no ha tenido consecuencias prácticas.
¿Alguien puede explicar las diferencias en el tratamiento de ambos casos? ¿Acaso no sigue pendiente la investigación del 11-M? ¿No viene de aquel atentado la situación de España? Aún estamos a tiempo de rectificar.