Durante los meses iniciales del año 2011, el faisán o el urogallo cantábrico ocupa casi toda la información sobre la fauna ibérica. El amigo Félix nos habría dado a todos más satisfacciones que los tratadistas actuales.
El chivatazo del bar Faisán, a todos los niveles –judicial, parlamentario e informativo–, ocupa el primer plano de la actualidad en algunos medios de comunicación. Se considera a veces como el asunto más grave ocurrido en democracia. En mi opinión es sólo un caso de la historia de las relaciones de amor y odio entre ETA y algunos partidos políticos de ámbito nacional y regional. Actualmente, esa situación se agrava porque la oposición, salvo actuaciones individuales, mantiene una actitud ambigua o de debilidad calculada. Los jueces, mimetizados con el Ejecutivo, propician la ocurrencia de casos como el aludido. En el ámbito policial quiero pensar que estamos ante casos aislados de personas que claudican por presión o ambición ante políticos sin principios que creen que el fin justifica los medios.
No me atrevo a presagiar el resultado de este incalificable escándalo pero, cualquiera que sea, habrá contribuido a enfangar la ciénaga en que malvivimos desde un 11 de marzo del que se van a cumplir siete años. Afortunadamente, el ave que dio nombre al escándalo seguirá exhibiendo su bonito plumaje para disfrute de todos.
Como cada año por estas fechas, el aniversario de la matanza de los trenes de cercanías ha suscitado comentarios y declaraciones que, sin ser motivo de plena satisfacción, pueden contribuir a sacar del olvido la masacre y a mantener la esperanza de conocer la verdad real y completa de lo ocurrido.
Durante estos días ha habido declaraciones dispersas y deslavazadas de algunos dirigentes políticos sobre el estancamiento de las investigaciones del 11-M: Javier Arenas ha manifestado que está pendiente de investigar la participación de ETA, dado que entre bandas terroristas existe una aceptación del monopolio territorial; González Pons afirmó que del 11-M se investigará hasta la "última molécula"; la presidenta de la Comunidad de Madrid dijo claramente que había pendientes investigaciones policiales y judiciales; el presidente del PP dijo que su partido aceptaría las resoluciones judiciales sobre el 11-M, pero la Audiencia Nacional permanece inactiva sobre este asunto desde la paupérrima sentencia del juez Gómez Bermúdez.
Sin ser optimista a raíz de las declaraciones citadas, he de manifestar mi extrañeza ante el mutismo que mantienen sobre el 11-M el resto de partidos del arco parlamentario. Resulta más llamativo si lo comparamos con el protagonismo que dan al entorno de ETA en el aspecto institucional e informativo.
Para colmo, se acaba de hacer público un comentario sobre el 11-M del jefe del Estado. Ante el lógico deseo de las víctimas por conocer la verdad de los atentados, el monarca les dijo que "lo tenían crudo". No quiero hacer ningún comentario a una frase que se califica por sí misma.
Las declaraciones de algunos policías en el caso Faisán han puesto en evidencia que hay algunos servidores del orden que también tuvieron un papel activo en el tratamiento de los atentados del 11-M. Después de lo que antecede, vuelvo a manifestar una vez más mi exigencia de que el 11-M se investigue a todos los niveles. Las declaraciones de unos y los silencios de otros son una prueba evidente de que el 11-M está por investigar y por juzgar.
Estoy convencido de que mi posición ante este asunto no es compartida por muchas personas, incluso por víctimas del atentado, pero, mientras no nos programen la mente y el corazón, seguiré expresando con firmeza lo que pienso y exijo a los que adquirieron libremente el compromiso de salvaguardar nuestras vidas.