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Gabriel Calzada

Lo siento, Greenpeace

Lo siento Greenpeace, se pueden hacer muchas cosas si de verdad nos enfrentamos a un cambio climático peligroso, pero con la postura intransigente y suicida que mantienen me temo que pasarán los años y veremos que no se hizo nada provechoso.

Greenpeace ha emprendido una nueva campaña con motivo de la Cumbre de Copenhague. Esta vez no simula con un fotomontaje la inundación de la costa española por culpa de un calentamiento global muy superior al que prevé Naciones Unidas. Tampoco se dedica a decir que debemos producir toda la energía con las renovables. Quizá esta vez quiere que le tomen en serio.

La campaña de esta temporada muestra a Zapatero, Obama, Lula, Merkel y otros mandatarios con el pelo blanco y la piel más arrugada que una papa con mojo picón. Por fin un fotomontaje que no engaña. Las fotos, que simulan la apariencia de estos políticos en el año 2020, van acompañadas de unas frases en las que se lee "Lo siento. Podríamos haber detenido los efectos catastróficos del cambio climático... Pero no lo hicimos".

Greenpeace introduce como ciertas tres ideas que distan mucho de estar probadas. La primera es que los efectos del cambio climático vayan a ser catastróficos. La ausencia de calentamiento durante los últimos once años no sólo deja al descubierto algunas de las flaquezas más importantes de los modelos más catastrofistas que preveían fuertes incrementos en la temperatura global, sino que hace que la ciudadanía sea más escéptica a la hora de aceptar las tesis alarmistas. Además, las encuestas a climatólogos de todo el mundo no parecen indicar que la comunidad científica considere mayoritariamente que estemos ante un fenómeno catastrófico. 

La segunda es que el hombre pueda hacer algo para solucionar esa supuesta catástrofe, sobre todo si tenemos en cuenta las declaraciones del presidente de la organización radical el año pasado diciendo que Kioto es la única solución. Lo cierto es que Kioto representa un modelo en el que el coste es inmenso mientras que el beneficio climático ha sido casi imperceptible. En ese marco que tanto les gusta a los guerreros del arco iris será difícil solucionar nada. Pero claro, como resulta que no quieren ni oír hablar de alternativas más eficaces y menos costosas como las deducciones fiscales, invertir en sumideros, secuestro de carbono o energía nuclear, tienen que quedarse con el fracasado modelo de Kioto. Lo siento Greenpeace, se pueden hacer muchas cosas si de verdad nos enfrentamos a un cambio climático peligroso, pero con la postura intransigente y suicida que mantienen me temo que pasarán los años y veremos que no se hizo nada provechoso (aunque de no ser por ustedes quizá se podrían haber tomado buenas medidas).

La tercera idea es que nos quedan diez años para resolver el problema. Esto es muy interesante porque hace cuatro años la organización ya decía que sólo teníamos diez años. Si no cambiábamos nuestro modelo productivo hacia uno centralizado y fuertemente intervenido en menos de diez años, estábamos abocados a ser partícipes del fin del mundo. Así que de algún modo hemos logrado obtener una prórroga de cuatro años.

Habrá que ver qué pesa más sobre los políticos, las fotos y el argumento vacío de Greenpeace o el escándalo del Climategate, que implica a varios de los científicos más influyentes dentro de la corriente catastrofista por haber destruido datos, escondido declives en las temperaturas que no cuadraban con sus modelos, cerrado el paso de los críticos al debate académico y engañado a la opinión pública.

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