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Fundación Heritage

Obama y Guantánamo

Como sucede a menudo, Estados Unidos ha tenido que hacer el trabajo sucio mientras que los europeos reclamaban para sí la superioridad moral denunciando sus acciones.

¿Obras son amores y no buenas razones? No siempre las acciones hablan más fuerte que las palabras y sobre todo en asuntos de política. El presidente de Estados Unidos Barack Obama anunció la semana pasada que cerrará Guantánamo, algo que ha sido recibido a nivel nacional e internacional con tanto júbilo como si las puertas del centro de detención hubieran sido cerradas para siempre a cal y canto.

Algunos ni siquiera parecen darse cuenta de que existe diferencia entre palabra y acción. Como alardeaba el Washington Post el viernes de la semana pasada: "La guerra contra el terrorismo de Bush termina abruptamente". Y ya era hora, según opinaba el diario. Pero no había ni un atisbo de contrición. El mundo no ha cambiado sustancialmente porque fuera el segundo día de Obama en el cargo. (Como de hecho tampoco sucedió en su primer día.)

En el extranjero, la elección de Obama ha marcado en sí un hito para Estados Unidos en cuestiones de imagen pública. No solamente es el primer líder negro elegido en Occidente, sino que también se le considera el "anti-Bush". De hecho, el ex presidente George W. Bush anunció en el otoño del año pasado que su administración buscaría una forma de cerrar Guantánamo, pero ¿le sirvió eso para granjearse simpatía alguna a nivel nacional o internacional? Ni hablar, claro que no.

La firma de Obama en la orden ejecutiva para cerrar Guantánamo ha sido recibida con satisfacción por líderes internacionales como una gran victoria moral, aunque aumente la posibilidad de que el mundo sea un lugar más peligroso para todos nosotros. Reclamar para sí el liderazgo moral de Estados Unidos, como el mismo Obama lo denominó, en realidad requiere hilar muy fino; los europeos en particular son duchos en el asunto. Pero reclamar para sí el liderazgo moral no es tan difícil como tener que mantener una nación a salvo de enloquecidos fanáticos islamistas, algo que el nuevo presidente de Estados Unidos pronto descubrirá.

Los líderes europeos no perdieron ni un minuto en reclamar para sí el crédito por la decisión de Obama. El ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Angel Moratinos, dijo que el cierre de Guantánamo es una acción "que España y Europa han exigido". Otro tanto hizo el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, que le dijo a la BBC: "Alemania pertenece al grupo de países que, como el Reino Unido, exigieron el cierre de Guantánamo. Es una cuestión de credibilidad. Su cierre era necesario para Estados Unidos, especialmente si América quiere restaurar su credibilidad en Oriente Próximo y en el mundo árabe". Por lo menos Steinmeier ofreció ayudar con los detenidos (una oferta que curiosamente nunca se le hizo a la administración Bush): "Si se le preguntara a los europeos, no deberíamos descartar la ayuda" concluyó el alemán. La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, elogió a Obama por convertir el cierre de Guantánamo en una prioridad y por preocuparse de los derechos fundamentales de sus detenidos; y es que no se les ha asignado un abogado defensor ni se les han leído sus derechos Miranda, pobrecillos...

Afortunadamente para Obama, en este caso las palabras hablan más fuerte que las acciones. Para Obama, el asunto de Guantánamo es carnaza para sus partidarios progres, que se han estado poniendo cada vez más nerviosos. Cuando le dijo a George Stephanopoulos de la cadena de televisión americana ABC en su programa This Week que pensaba cerrar Guantánamo durante su primer mandato, saltaron todas las alarmas progres. Por tanto, ahora el presidente ha dejado constancia por escrito en su orden presidencial de que el cierre se llevará a cabo dentro de un año, o por lo menos "tan pronto como sea factible". Sin embargo, no está muy claro cuánto poder tiene el presidente sobre sus propias decisiones. Durante la ceremonia de la firma, Obama parecía no saber que estaba firmando cuatro órdenes separadas y tuvo que consultar en varias ocasiones con el asesor legal de la Casa Blanca, Greg Craig, para responder a las preguntas de los medios de comunicación. Ni fue capaz de contestar a una pregunta sobre el futuro de los detenidos. Para la Casa Blanca de Obama, el cierre de Guantánamo es esencialmente una acción simbólica. (Una orden tenía que ver con el cierre real de Guantánamo y qué hacer con los detenidos. Otra abordaba el tema de los futuros detenidos. Otra orden convertía el Manual del Ejército en el estándar para conducir los interrogatorios a los detenidos y cerraba las "prisiones secretas" de la CIA que tanta consternación han causado en Europa. Y la última abordaba el caso de Ali al-Marri, residente de Estados Unidos que está detenido en Charleston).

Pero los actos simbólicos son innegablemente importantes en asuntos de política exterior así como en la vida en general. Guantánamo, las técnicas de interrogación y las prisiones secretas han sido algunos de los mayores irritantes de las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados. Como sucede a menudo, Estados Unidos ha tenido que hacer el trabajo sucio mientras que los europeos reclamaban para sí la superioridad moral denunciando sus acciones.

Bueno, Obama ha aprendido de su ejemplo y ha dado una paso para reclamar ese terreno. Le deseamos que disfrute de la gloria del momento, porque solamente le durará hasta que el primero de los terroristas puestos en libertad ataque y mate otra vez.

©2009 The Heritage Foundation

* Traducido por Miryam Lindberg

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