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Libia y la Unión Europea

Europa no debería aferrarse a la ilusión de que un puñado de burócratas no electos en las urnas, sentados en Bruselas y con delirios de grandeza, en realidad puedan ejercer el liderazgo en estas situaciones.

Si hiciera falta más pruebas de que la Unión Europea es el rey desnudo de la historia cuando se trata del poder global, bastará con ver lo que ha hecho en el asunto de Libia. Con varios centenares ya de ciudadanos libios asesinados por los matones a las órdenes del coronel Muamar el Gadafi, todo lo que la Unión Europea ha podido producir es una declaración con demasiados miramientos en la que condena la violencia pero sin siquiera identificar al principal responsable. Aquí tiene la declaración completa publicada a principios de esta semana por la baronesa Ashton, la alta representante de Política Exterior de la Unión Europea:

La Unión Europea está extremadamente preocupada por el desarrollo de los acontecimientos en Libia y la muerte de un número muy elevado de los manifestantes. Condenamos la represión contra los manifestantes pacíficos y deploramos el uso de la violencia y la muerte de civiles. Expresamos nuestras condolencias a las familias y amigos de las víctimas.

La Unión Europea insta a las autoridades a la moderación y a la calma, y pide que se abstengan inmediatamente de seguir haciendo uso de la violencia contra manifestantes pacíficos. La libertad de expresión y el derecho de reunión, tal y como se establece en la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos, son derechos y libertades fundamentales de todo ser humano que han de ser respetados y protegidos.

La Unión Europea pide a las autoridades que cesen inmediatamente el bloqueo del acceso público a internet y las redes de telefonía móvil.. La Unión Europea hace un llamamiento a las autoridades para que permitan a los medios de comunicación trabajar libremente en todo el país. Las legítimas aspiraciones y peticiones de reforma por parte del pueblo han de abordarse a través de un diálogo abierto y real conducido por los propios libios.

Mucho dudo que el "perro rabioso" Gadafi, como Reagan lo llamó, siquiera le haya prestado la más mínima atención a lo que tenga que decir Catherine Ashton en su pusilánime declaración. De hecho, es probable que Gadafi nunca haya oído hablar de ella. Sin embargo, a lo que él si le prestará atención es a rigurosas sanciones económicas, políticas y militares contra su régimen, un alto total a la inversión de países europeos, la congelación de las cuentas bancarias y, sobre todo, una prohibición de viaje contra él, su familia y todos sus esbirros. Después de todo, la Unión Europea en su conjunto representa el 70% del comercio que tiene Libia y que ascendió a 26.400 millones de euros en 2009.

Sin embargo, y otra vez en una crisis internacional importante, la Unión Europea parece un ciervo congelado ante las luces de un coche. Por el momento, todas las verdaderas medidas respecto a Libia se están tomando en las principales capitales de Europa a nivel de Estado nación –Londres, París, Berlín–; allí sí hay serias discusiones sobre sanciones y acciones concretas contra Gadafi. Esperemos que el carnicero de Trípoli y Bengasi no esté mucho tiempo más en el poder y que sea finalmente derrocado por su propia gente. Pero, mientras tanto, el mundo libre también debe hacer todo lo que se pueda para ayudar a vencer a esa dictadura, aislarla a nivel internacional y aplicar presión firmemente para que Gadafi se vaya. Europa no debería aferrarse a la ilusión de que un puñado de burócratas no electos en las urnas, sentados en Bruselas y con delirios de grandeza, en realidad puedan ejercer el liderazgo en estas situaciones.

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