La historia rusa del siglo XX quedó signada por el auge y la caída del comunismo soviético. Y nadie hizo una mejor crónica de las fallas del comunismo que el gran escritor ruso Alexander Solzhenitsyn.
Así que supongamos que el Nobel ruso hubiera vivido lo suficiente para contribuir con sus comentarios a la ceremonia de apertura de los Juegos de Invierno de Sochi. Los anfitriones ofrecieron una versión tremendamente romántica de la historia rusa contemporánea. Pero Solzhenitsyn habría insistido en que se incluyera:
– El Gulag, la red soviética de 1.000 campos de trabajos forzados, por los que se estima que pasaron 20 millones de prisioneros. Al menos un tercio y quizás incluso la mitad murieron de hambre, agotamiento, enfermedades o una bala en la nuca.
– El Holodomor. La hambruna forzada de 1932-33, durante la que más de seis millones de ucranianos murieron de hambre, crimen soviético descrito como "genocidio" por muchos historiadores.
– Una fotografías gigantes de Lenin, Stalin y Trotski, los tres líderes de la Revolución Bolchevique, que tuvo como resultado los más de 100 millones de muertos que se ha cobrado el comunismo desde entonces.
– La Lubianka, el cuartel general de la KGB, en el corazón de Moscú, donde durante décadas incontable presos políticos fueron torturados y ejecutados.
– El bosque de Katyn, donde unos 22.000 intelectuales, oficiales, sacerdotes y terratenientes polacos fueron ejecutados entre 1939 y 1940 con la aprobación por escrito de Stalin.
– La Revolución Húngara de 1956, con la que los jóvenes luchadores por la libertad celebraron unas cuantas semanas de independencia de Moscú, hasta que las tropas y tanques soviéticos aplastaron la revuelta, asesinando a miles de personas.
– La Primavera de Praga de 1968, en la que una petición checa de más libertad política fue barrida por los omnipresentes tanques soviéticos.
– El Pacto de No Agresión entre Hitler y Stalin de agosto de 1939, que precipitó la Segunda Guerra Mundial al permitir a Hitler invadir Polonia, obligando a Gran Bretaña y Francia a responder con una declaración de guerra.
– La Guerra de Corea, entre 1950 y 1953, que comenzó cuando Corea del Norte invadió Corea del Sur, acción alentada e inducida por Stalin y que entre otras cosas tuvo un coste de 35.000 militares americanos muertos.
– La Crisis de los Misiles de Cuba, en octubre de 1962, cuando el mundo estuvo más cerca de una confrontación nuclear que en ningún otro momento de la Guerra Fría. Fue una crisis provocada por el intento del líder soviético Nikita Jrushchov de instalar en Cuba misiles nucleares intermedios capaces de alcanzar Washington DC, entre otras ciudades americanas.
Todos estos crímenes comunistas se omitieron en ese vergonzoso retoque a las siete décadas de régimen soviético, entre 1917 y 1991. Entre tantas celebraciones y medallas de oro, el pueblo ruso haría bien en recordar que quienes olvidan su pasado están condenados a repetirlo.