España sin políticos, qué ingrata,
qué odiosa, qué monótona, qué fría.
España sin políticos sería
rudimentaria, tosca, fea y chata.
España sin políticos, qué lata,
qué insustancial, qué triste, qué vacía.
España sin políticos, qué umbría,
qué negra, qué ramplona, qué barata.
Y así, los españoles, analíticos,
no quieren prescindir de sus políticos
y quieren que haya más, y hasta que sobren.
No ven la solución en el encierro,
incluso ni en la horca o el destierro:
la solución es solo... que no cobren.