Estafas secundarias: el dinero,
producto de delitos y de engaños,
que al fisco le ocultaste tantos años
en no sé qué país del extranjero.
Y luego ese descaro tan grosero,
con el que nos negaste tus apaños.
Y ahora este falaz control de daños,
con tu cartita chusca de trilero.
En fin, que las estafas anteriores,
por gordas que parezcan, son menores.
Son algo accidental, si bien se mira.
Pues la mayor estafa, y más siniestra,
es esa insensatez de nación vuestra,
basada en el rencor y la mentira.