La cultura, al servicio de la casta.
La opinión, embridada y contenida.
La prensa, siempre bien retribuida.
El idealismo, todo por la pasta.
La educación, dogmática y nefasta.
El fútbol, sustituto de la vida.
La patria, elefantiásica y fingida.
La discrepancia, calla o se la aplasta.
La lengua, una liturgia obligatoria.
Un delirio fantástico, la Historia.
La expansión imperial, una quimera.
Pasado y porvenir, un puro cuento.
Y el presente, un grandísimo excremento
que conservan envuelto en la bandera.