España se nos muere. La lloramos.
Y en medio de las lágrimas y el drama,
alguno manifiesta que la ama...
que la ama... lama... lama... la matamos.
España se condena. Lo sentimos.
Pero antes de que nuestras necedades
la lleven al Infierno, al Orco, al Hades...
al Hades... lades... lades... la destruimos.
España se nos fue. La acompañamos
directamente al guano, a la cloaca.
Y aunque el barniz del féretro es de laca...
de laca... laca... laca... la cagamos.
De España somos hijos (tal vez primos):
con ella, pues, nos vamos al carajo,
por culpa del derroche y el relajo...
relajo...lajo... lajo... la jodimos.