La planta catalana que embotella la Coca Cola será trasladada a Madrid. Así que ahora el popular refresco, que ya era el odiado icono del capitalismo yanqui, con toda seguridad va a ser también acusado de catalanofobia.
Ese aguachirle yanqui imperialista,
de burbujas, azúcar y mercados,
brebaje de los gringos potentados
y de siervos del credo consumista.
Ese potingue vil, capitalista,
que emponzoña de gas los combinados,
bebistrajo de imperios despiadados,
que aplasta cada pueblo que conquista.
Ese lóbrego y turbio matarratas
con que la gente se hace los cubatas
y que tiene por nombre Coca Cola.
Poción neoliberal, turbia bebida,
soez, catalanófoba, vendida,
charnega, renegada y espanyola.