Después de rechazar en repetidas ocasiones el reto que le había lanzado Albert Rivera, al final Pablo Iglesias ha aceptado un debate cara a cara. Se habrá dado cuenta (o le habrán dicho) que ningunear al líder de Ciudadanos le hace quedar como un cobarde y perder votos. Así que ha tenido que recoger el guante, pero de mala gana y poniendo condiciones: "Lo acepto, lo que pasa es que las reglas de la andante caballería señalan que el caballero retado tiene que elegir el sitio y el lugar", ha dicho en una entrevista radiofónica.
Nuestros poetas, en un ejercicio de clarividencia extraordinario, exponen, en palpitante exclusiva para todos los lectores de Libertad Digital, los pensamientos de ambos políticos.
¿TENGO QUE DEBATIR CON RIVERA?
por Monsieur de Sans-Foy
Me toca los cojones reunirme con Rivera,
un tipo que se plancha con raya el pantalón.
No le toca la cara la navaja barbera:
es un barbilampiño, lo mismo que Errejón.
Ya sé que los debates se tienen con cualquiera,
que son las servidumbres de la televisión.
Si tengo que sentarme con ese pollo pera,
iré con la certeza de que es mi perdición:
Si me ponen al lado de ese pájaro frito,
va a coscarse la gente de que soy más bajito...
¡Lo sabrán las mujeres, de Calviá a Gibraltar!
Yo no estoy en Podemos por vencer a la Casta,
por tocarme los huevos ni ganar una pasta:
no me importa que sepan que he venido a ligar.
DEBATIRÉ CON PABLO
por Fray Josepho
Debatiré con Pablo, tal como me han propuesto.
Soy tan educadito que siempre digo sí.
Debatiré con Pablo, e incluso hasta me presto
a hacerlo en su programa de la tele iraní.
Debatiré con Pablo. Me encuentro ya dispuesto.
Su demagogia zurda no me impresiona a mí.
Debatiré con Pablo, si él quiere, por supuesto.
Lo haré de muy buen rollo (porque yo soy así).
Debatiré con Pablo, con mi mejor sonrisa.
Iré bien peinadito, planchada la camisa,
oliendo a Varón Dandy y, en fin, hecho un pincel.
Debatiré con Pablo. Sin gritos ni estridencias.
Seguro que ese día petamos las audiencias.
Y solamente espero que no se raje él.