Amancio Ortega, el dueño de Inditex, es un multimillonario sin escrúpulos. Hay quien lo defiende por la nadería de crear puestos de trabajo, o por la bagatela de vender ropa con una excelente relación calidad-precio. Pero sus estrategias de venta son arteras y ruines. Incluso un hombre de izquierdas, coherente y comprometido como Gabriel Rufián cayó en la trampa de vestir ropa de Zara pese a detestar la empresa.
Y, por si esto fuera poco, ahora Amancio Ortega dona 320 millones de euros a la sanidad pública para la lucha contra el cáncer. ¡Pudiéndolos donar a proyectos progresistas como La Tuerka, sin ir más lejos!
En fin, que nuestros poetas están absolutamente en contra de Ortega, pero cada uno por razones distintas. Lean, lean.
MALDITO AMANCIO ORTEGA
por Fray Josepho
Maldito Amancio Ortega, que exige sacrificios
a los trabajadores que curran para él.
Maldito Amancio Ortega, que extrae beneficios
como capitalista malévolo y cruel.
Maldito Amancio Ortega, que el tío se ha forrado
vendiéndonos la ropa. Menudo explotador.
La ropa debería servírnosla el Estado,
y no un señor privado que encima está mayor.
Maldito Amancio Ortega, porque a sus empleados
les paga sus salarios a cada fin de mes.
Pero el hijo de puta los tiene sojuzgados:
les paga solamente por sórdido interés.
Maldito Amancio Ortega, que fuerza a sus clientes.
Que obliga a que le compren. Incluso hasta a Rufián.
Que exige que sonrían sus pobres dependientes.
Y paga al que produce mejor que al holgazán.
Maldito Amancio Ortega, que abre, el muy avaro,
más tiendas y más fábricas, con ansia mercantil.
Pretende, el muy ladino, quizá bajar el paro.
Por cosas como estas, habrá guerra civil.
¿DONACIONES? ¡FULLERÍA!
por Monsieur de Sans-Foy
Estoy de acuerdo, fraile, con todo lo que has dicho.
Detesto a Amancio Ortega, que es sádico y rapaz.
Un tipo de Busdongo, misántropo y mal bicho,
que pasa por patrono modélico y audaz.
A todos sus currantes, que están muy descontentos,
sugiero ya que planten al cruel explotador,
y que echen su currículum en los ayuntamientos,
donde hay muy buenas plazas de ujier y de asesor.
Pero lo que (disculpen) me toca los cojones,
aun más que sus riquezas y su rapacidad,
es su aire de filántropo, que ofrece donaciones
arteras, demagógicas y llenas de ruindad.
El tío desembolsa (qué pérfido y maligno)
la pila de millones, pues quiere quedar bien.
¿La lucha contra el cáncer? ¡Qué cuento más indigno!
Tan solo se merece mi fobia y mi desdén.
Su lucha contra el cáncer es táctica indecente,
que tiene un infamante propósito cruel:
haciendo que se alargue la vida de la gente,
más ropa necesitan, y más se forra él.