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Florentino Portero

La presidencia galáctica

Como buen "progre" el actual ocupante de la Casa Blanca supone un serio problema para Estados Unidos, pero de ahí a ser un Zapatero hay más que un trecho.

De los desastres que caracterizan la política nacional unos estaban en la agenda, pero otros no. Nuestro presidente optó por no tomar medidas frente a la crisis económica, por lo que a nadie le puede sorprender que nos encontremos en tan dramática situación. Estaba en el guión y veremos si eso supone el fin de la mayoría socialista o no. Zapatero hizo una apuesta y el tiempo nos aclarará si se equivocó o acertó. Lo que no estaba en la agenda es el rotundo fracaso de la presidencia española de la Unión. Más aún, lo que se esperaba, lo que el Partido Socialista intentaba era aprovechar esta circunstancia para ganar imagen y moderar así el deterioro de su expectativa de voto, consecuencia inevitable de la grave situación económica.

Poco a poco se van filtrando informaciones sobre hechos humillantes para España, que ponen bien a las claras hasta qué punto el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha arruinado el trabajo diplomático de años. Primero fue el penoso espectáculo que nuestro presidente dio en Davos, yendo a un encuentro voluntariamente para mostrar ante el mundo su incapacidad para responder a las preguntas más elementales. Más recientemente tenemos dos sucesos acontecidos durante la cumbre del pasado día 11 dedicada a estudiar la crisis griega. Zapatero, a pesar de ser el presidente de turno, quedó fuera del desayuno en el que franceses y alemanes, junto con van Rompuy, decidieron lo que había que hacer. La sesión comenzó con el guión ya escrito y la presidencia tuvo que limitarse a seguirlo, a pesar de no haber tenido parte alguna en su confección. La falta de protagonismo español quedó expresada cual acta notarial en la foto final, sin la presencia de Zapatero.

Entre Davos y la cumbre sobre Grecia destaca el inexistente encuentro galáctico con Obama. Ya sabemos que nuestra Administración recibió avisos de lo que podía ocurrir y finalmente sucedió, avisos que despreciaron olímpicamente. La ignorancia es osada y la de nuestras elites socialistas tiene dimensiones galácticas. En su monumental desconocimiento de la realidad norteamericana decidieron que Obama era "uno de ellos". Como buen "progre" el actual ocupante de la Casa Blanca supone un serio problema para Estados Unidos, pero de ahí a ser un Zapatero hay más que un trecho. Una de las claves que nuestros iletrados dirigentes no supieron ver es que Obama es, con gran diferencia, el menos europeísta de los presidentes norteamericanos desde Franklyn D. Roosevelt. Como el resto de la clase dirigente norteamericana, Obama considera que el Viejo Continente vive un avanzado proceso de decadencia. Si los norteamericanos tienen algo que discutir lo harán en clave bilateral, no con una Unión que ha optado por la irrelevancia tras los nombramientos de van Rompuy y Lady Ashton, problema agravado por la presidencia española de turno.

Esta no es, ni mucho menos, la primera presidencia que le corresponde a España. El buen hacer de nuestra Administración en ocasiones anteriores apunta a que la responsabilidad del actual desastre corresponde a la dirección política, que no ha sido capaz de fijar una agenda realista, que ha llegado con el desprestigio de una economía en ruina y que tiene a su frente a personajes incapaces de estar a la altura de los acontecimientos.

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