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Fernando López Luengos

Ideologías y conciencia

Cuando la maquinaria ideológica se entromete violentamente en la estructura y el currículo de las materias entonces el mismo sistema democrático está herido de muerte

Uno de los indicios más significativos de la inmadurez de la democracia española es la utilización del sistema educativo como instrumento para hacer política. De esa inmadurez, desgraciadamente, tampoco se libran algunos de nuestros políticos castellano-manchegos. Hace pocos años, en nuestra región se decidió poner los exámenes extraordinarios de septiembre en el mes de junio sólo por una razón: para llevar la contraria al Gobierno central. Por ese mismo motivo, años después, en la Consejería de Educación se daba la siguiente orden interna: toda referencia a normas o criterios del anterior grupo político debían ser suprimidas. ¿Dónde estaba entonces la conciencia de esos políticos?

El borrador del nuevo currículo de la asignatura de Filosofía de bachillerato muestra una vez más el uso ideológico del sistema educativo. Se suprime, por ejemplo, la Metafísica para meter en su lugar proclamas sobre el concepto socialista de ciudadanía. Durante años, los profesores de Filosofía nos hemos esforzado en enseñar a los alumnos la actitud crítica y el pensamiento. Pero ahora se nos intenta obligar a colaborar con una ideología. Como ya ocurriera en el siglo V a. de C., se vuelve a matar a Sócrates (el incansable buscador de la Verdad) en nombre de la Democracia. ¿Dónde está la conciencia de los profesores de Filosofía?

La nueva reforma educativa (LOE) no sólo no soluciona las graves deficiencias de nuestro sistema sino que se empeña en aumentarlas. Pero cuando la maquinaria ideológica se entromete violentamente en la estructura y el currículo de las materias entonces el mismo sistema democrático está herido de muerte. Esto es, cabalmente, lo que está sucediendo con la asignatura Educación para la Ciudadanía. Quien a estas alturas piense que el temario de EpC se centra en la Constitución es que no se ha leído los decretos de enseñanzas mínimas o es un cínico.

La Constitución es tratada sólo marginalmente, y en su desarrollo se evitan todos los temas que resultan molestos al Gobierno: no se hace ninguna mención de la unidad de España, ni de la bandera, ni del español como lengua oficial. Ni siquiera se hace mención de la Monarquía Parlamentaria. Pero de lo que sí se trata a fondo es de la identidad del alumno, de su educación afectivo-emocional, de la construcción de su conciencia moral...

Siento vergüenza ajena por aquellos que renuncian a su conciencia por servir las estrategias políticas, por servir a un proyecto de imposición ideológica. Siento vergüenza ajena por aquellos que defienden una asignatura con la pueril excusa de arremeter contra la "intromisión" de los obispos. Siento vergüenza ajena, finalmente, por aquellos que, diciéndose creyentes en la Verdad y el Bien, encuentran mil razones para no tener que implicarse. Ya está bien de servir al sueldo a costa de cualquier cosa. Se hace necesario desafiar a las autoridades para ofrecer a sus entumecidas conciencias siquiera un poco de luz: ningún bienestar económico ni profesional puede asfixiar la conciencia: ni la nuestra, ni la suya. Y esto es lo que proclamamos a gritos los padres de los 3.289 alumnos que hemos presentado la declaración de objeción de conciencia frente a la asignatura en la provincia de Toledo.

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