La verdad es que, hoy por hoy, parece que no hay color. Brasil va a ganar, va a machacar, y va a ser por goleada. No es que los nuestros no sean suficientemente buenos, que no lo son; es que las influencias que llegan de Europa nos lo ponen aún más difícil. Perderemos, y ni siquiera podremos echar la culpa al arbitraje. Triste, pero así están las cosas.
Supongo que todos los lectores sabrán a que me estoy refiriendo. La competición lleva en liza ya un par de semanas, y en ellas se suceden las jugadas de todos los interesados. Hay juego limpio, pero también alguna zancadilla que otra, y muchos cantan gol, aunque el resultado no se sabrá hasta el final del partido.
Por supuesto, me refiero a la maniobra por la que Telefónica está tratando de adquirir Vivo, el operador de telecomunicaciones brasileño, de su hasta ahora socio Portugal Telecom. Por el momento, hay puestos encima de la mesa 7.150 millones de Euros, 1.250 milloncejos más que la primera oferta y algo más de lo que los analistas consideran como oferta razonable, aunque quizá haya un poco más de recorrido.
En resumen, un montón de dinero que viaja al otro lado del Atlántico de la mano de la principal multinacional española. Telefónica ve oportunidades de negocio en Brasil que no ve en España, ni en Europa. Y, claro, todo ese dinero que se marcha, no se queda: si alguien creía que Telefónica estaba por desplegar fibra óptica en estos lares para mejorar brutalmente la calidad y posibilidades de su red, se estará llevando un pequeño chasco.
¿Las razones? Se habla de que la demanda no está clara, que no se sabe qué servicios nuevos interesarán a los clientes, en suma, que no se sabe si se puede ganar dinero con la fibra óptica. Pero es de imaginar que esto pasará con todos los nuevos productos, y, pese a todo, los empresarios tiran para adelante, y a veces pierden, y a veces ganan.
Ahora, lo que sí sabe positivamente el inversor que dedique fondos a fibra óptica en España y en Europa son dos cosas. La primera es que si el tema va mal, perderá su dinero. Y la segunda es que si el tema va bien, desde la Comisión Europea y la del Mercado de Telecomunicaciones aquí en España, se encargarán de que todo hijo de vecino pueda utilizar esta fibra óptica, la suya, para ganar dinero sin haber puesto un euro.
Visto así, el presidente de Telefónica no tiene realmente opción, por muy español y patriota que se sienta. Mandan los intereses de sus accionistas, de los inversores: si el señor Alierta toma una decisión contraria a estos, la operadora será penalizada en Bolsa, que es la forma en que los propietarios le dicen a los gestores que no están de acuerdo con lo que hacen.
Y en cuanto a los accionistas, por muy españoles que sean, también quieren ver crecer el valor de sus activos. Por muy españoles que sean, no son tontos, y no están dispuestos a enterrar su dinero para que los reguladores desentierren el tesoro y lo repartan.
Así las cosas, a nadie le puede extrañar que Brasil nos gane por goleada. En concreto, por 7.150 Millones, y subiendo.