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Federico Jiménez Losantos

Rajoy, contra la libertad lingüística y con los Països Catalans

En Cataluña, Galicia o Baleares el PP se ha plegado a formas de pacto y cesión ante los nacionalistas hasta llegar ahora a la rendición total.

En Cataluña, Galicia o Baleares el PP se ha plegado a formas de pacto y cesión ante los nacionalistas hasta llegar ahora a la rendición total.
Bauzá felicita a Company | EFE

Ayer el sector oficialista del PP de Baleares, al que apoyan Rajoy por tierra, Cospedal por mar y Maíllo, menordomo de Soraya, por aire, rechazó una enmienda de Carlos Delgado, apoyada por el candidato Bauzá, sobre libertad lingüística, que supone la defensa de elección por los padres del colegio y de la lengua vehicular en que quieren que estudien sus hijos. Con ello, Rajoy respalda la política de creación de los Països Catalans que pasa por imponer el catalán como lengua vehicular en todos los tramos de la enseñanza, paso esencial, como en Cataluña y la Comunidad Valenciana, para la voladura del régimen Constitucional y la destrucción de España.

Corrupción y/o nacionalismo

El PP balear está de nuevo dirigido por Canyellas, que era el único presidente autonómico de AP pero al que Aznar no vaciló en echar tras el caso de corrupción del Túnel de Soller. Pero antes de irse, quedó al frente del tinglado a la que llamaba "Sa Nina" María Antonia Munar, que fundó Unión Mallorquina para aprovechar una injustísima ley electoral y con muy pocos votos se convirtió en la gran electora, sacerdotisa o caciquesa de cualquier gobierno, del PP o de la Izquierda, del PSOE a ERC, que sólo podían sumar una mayoría parlamentaria pactando la mordida infinita de Unión Mallorquina. Ese partido, esqueje podrido y catalanista del PP, clavo de abanico de la fructuosa corrupción balear, ha sido el único en la Historia de España que ha tenido a toda su cúpula en cárcel, sin una sola excepción.

De aquellos lodos viene el candidato oficial, un tal Company, al que el aparato cospedálico y sorayino, es decir, doblemente rajoyesco, ha evitado el enojoso trámite de debatir con el otro candidato, José Ramón Bauzá, primer y último presidente balear que ha defendido la bandera de España y la libertad de elección de los padres en materia lingüística. Y que, por cierto, cuando ganó en unas primarias muy disputadas precisamente a Carlos Delgado, autor de la moción en defensa de la libertad lingüística, lo integró de inmediato en su Gobierno. Entre gente decente, que comparte unos mismos principios, debatir no supone excluir.

Prohibido debatir en período electoral

Pero la prohibición del debate entre los candidatos baleares ilustra lo que los mandamases del PP piensan sobre los afiliados que les quedan, una pequeña parte de los que tenía en 2011, cuando obtuvo más de 11 millones de votos y una mayoría absoluta más aplastante que ningún otro partido. La organización del PP ha sido sacrificada para conseguir los propósitos, casi siempre ruinosos y liberticidas de un Gobierno que, como le dijo Rajoy a ZP en una jornada memorable, "ha traicionado a los vivos y a los muertos".

Rajoy, el inolvidable libertador de Bolinaga, carcelero y torturador de Ortega Lara, ha traicionado a los asesinados por la ETA no sólo en el País Vasco y Navarra, sino en toda España, porque los mataron por ser españoles, y cayeron en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla o Calviá, donde fue brillante alcalde Carlos Delgado. Y ha destruido minuciosamente al partido en beneficio de sus pequeños objetivos de Gobierno y a costa de su presencia en las fronteras más difíciles. Degradó al PP de María San Gil hasta convertirlo en la ovejita lucera que pastorea Alfonso Alonso en la majada presupuestaria del PNV, para que Urkullu tenga a sus etarras en casa por Navidad y para que la ETB tenga dinero para insultar a la inferior y ovina raza española. Ha sacrificado al PP de Cataluña, poniendo a Kikirikí Margallo y Supersoraya a dialogar con los golpistas mientras arrincona a Xavier Albiol y lo que queda de aquel PP de Vidal Quadras que fue la única oposición, durante décadas, a la banda de Pujol, Mas y demás.

La lengua española, el enemigo de los antiespañoles

Pero lo más grave, porque es la punta de lanza del separatismo, la llave para destruir España, es que se allane, o se una, como en Baleares, a la persecución del Español. En las dos últimas semanas he entrevistado en esRadio a Bauzá y a Isabel Bonig defendiendo ambos la misma causa, que es la libertad de los ciudadanos para usar el español en la enseñanza, como manda la Constitución y aconseja la dignidad más elemental. Pero Rajoy añade a la cobardía la inconsecuencia. Dispuesto a no gobernar, ha ido dejando que el partido se vaya por el sumidero autonómico si no tropieza con algún líder decente que sigue defendiendo lo que es de razón y manda la Constitución, esa legalidad que defiende en Roma y se carga en Palma, donde sienta plaza de costalero de los Països Catalans.

No repetiré lo que desde mi primer libro, Lo que queda de España, vengo defendiendo desde 1979: la libertad esencial, auténtica clave de la supervivencia de España como sujeto político, es la defensa del español como argamasa cultural, política y sentimental de nuestra nación. Todos los partidos separatistas, auxiliados por la izquierda degenerada y antinacional, se han ido sumando a la marea de persecución del españolque empezó oficialmente en Cataluña con la llegada al Poder de Jordi Pujol en 1980. Si no fuera tan malo para España, no lo impondrían todos, absolutamente todos los partidos cuya única razón de ser es la destrucción de España.

Frente a ellos, al menos teóricamente, ha habido diversos partidos pequeños –los más importantes, en el siglo XXI, UPyD y Ciudadanos- y uno grande: el Partido Popular. Siempre ha sido el último refugio. El que ha defendido la libertad de los padres para elegir colegio y la libertad de elegir la lengua vehicular. Luego, lo que ha hecho en las autonomías que ha gobernado o completado mayorías de Gobierno ha sido bien distinto. En Cataluña, Galicia, la Comunidad Valenciana o Baleares se ha plegado a formas de pacto y cesión ante los nacionalistas, cada vez mayores, hasta llegar ahora, en Baleares, a la rendición total. No sólo en la realidad, a veces difícil de gestionar –aunque más difícil es rendirse siempre- sino en los principios básicos en que se fundamenta un partido nacional.

Si gana este company de Canyellas, Rajoy, Cospedal y Soraya, no quedará una sola razón para seguir en el PP a ningún amigo de la libertad. A ningún español, en realidad. Ni con cien vidas pagaría esta gentuza la vida que arrebata, palabra a palabra, a nuestra pobre y abandonada nación.

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