El vandalismo en Barcelona, con la excusa de la Educación, ha superado al de Valencia, con la educación como excusa. Por supuesto, en ambos casos la educación, con minúscula y con mayúscula, ha brillado por su ausencia. En Madrid se ha vivido otro día de calentamiento vandálico. Y el día 11, en burla evidente de una fecha sagrada para millones de españoles, la Izquierda quiere hacer el Ensayo General de la Huelga General. De la primera de ellas, porque habrá más.
Que se burlen del 11M y de sus víctimas es normal en quienes, ayunos de escrúpulos, convirtieron la masacre de 2004 en una excusa para la violencia contra el Gobierno del PP. Ya lo intentaron Zapatero y Rubalcaba poniendo las elecciones generales el 20N, confiando sin duda en un efecto de radicalización y agrupamiento del voto de izquierdas que, al final, no se produjo. Ahora el éxito es más fácil porque no se cuentan votos y porque una violencia mayor con un número menor de vándalos abre exactamente igual los telediarios, escaparate de la superficialidad.
No se dirá que la Izquierda, con el PSOE a la cabeza, no ha dicho que iba a hacer lo que está haciendo. El otro día, el diputado del PP Alfonso Alonso invitaba al PSOE a "dejar la calle y volver al Parlamento". Le parecería muy ingenioso a ese destacado miembro del sector blandito del PP vasco, pero si el PP se cree que, por consunción interna, va a producirse un desgaste de los partidos de Izquierda que promuevan la violencia y la inestabilidad está muy, pero que muy confundido. El desgaste lo sufrirá el Gobierno si no es capaz de usar toda la contundencia que permite la ley para garantizar el orden público frente a los matones de la silicona, los amigos de Fidel Castro y los sindicalistas subvencionados.
Esto no ha hecho más que empezar y no se extinguirá por sí sólo. La extrema izquierda tiene sus propias vías, siempre violentas, de expresión política, pero de momento –y por varios años- esa izquierda del molotov tiene acceso a la gasolina de la izquierda millonaria de PRISA y del PSOE, valga la redundancia. El precedente de Valencia es nefasto: nos mostró a un ministro del Interior sin criterio, que dio marcha atrás y desautorizó a su policía a las primeras de cambio. Estamos en las segundas y llegaremos a las enésimas. O el Gobierno se entera de que la calle de la Izquierda está cortada y despeja el tráfico, o acabarán cortando también la de la Derecha.