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Federico Jiménez Losantos

Jordi Sevilla, por lo menos, se mueve

La crítica al proyecto de simplificación y rebaja fiscal del PSOE es bien sencilla. Basta contraponer cualquier propuesta nacional del PSOE con la política antinacional y antirracional que siguen los socialistas de la taifa extremeña o balear para desacreditar lo que diga Sevilla, aunque tenga más razón que un santo. Fácil, pues, lo tiene Montoro. Pero lo tendría más difícil si se mira al espejo y se acuerda de aquel joven profesor que en vísperas de unas lontanas elecciones generales fichó por Aznar junto a Fernando Bécker, repescado de Valladolid. Cuando Montoro y otros liberales dentro de un orden perfilaron el proyecto económico del PP, la primera de sus reformas consistía precisamente en la rebaja y simplificación del IRPF, equiparándolo al de Sociedades y dejando ambos en el 40% de tope máximo. La simplificación suponía también la eliminación prácticamente total de las exenciones fiscales, siguiendo, por otra parte, el modelo de Reagan en USA, que además de podar el bosque de las exenciones infinitas, paraíso de los asesores fiscales, bajó hasta el 30% el tope fiscal.

Montoro podría hacer quizás mejor que Jordi Sevilla el proyecto de rebaja y simplificación fiscal. Pero, bien, mal o regular, por lo menos Jordi Sevilla lo intenta. ¿Qué hacen mientras tanto Rato y Montoro? ¿A qué se dedica el Gobierno Aznar? A controlar la estabilidad presupuestaria y a vegetar políticamente sobre esa estabilidad decretada por ley, pero que la inflación no respeta. Es muy posible que la propuesta fiscal del PSOE sea un globo sonda, como tantos del PP. Pero por lo menos es algo. ¿Qué se ha hecho de los planes de reforma estructural de la economía prometida por el PP? ¿Dónde quedó la rebaja del impuesto de sociedades al 25%? Al otro lado de la raya de Portugal.

El PSOE está intentando, aunque sea a tropezones, lo que el PP dejó de intentar, paradójicamente, desde que los españoles le dieron mayoría absoluta para gobernar. De nada nos sirve un Gobierno de sabios que presumen de liberales en la intimidad, pero que luego perpetran acuerdos como el de la reforma de las pensiones, que va en sentido contrario no sólo de su programa sino de reformas como las aprobadas recientemente por los socialdemócratas y "verdes" alemanes. La fatuidad y los argumentos con que Solchaga y compañía descalificaban a Montoro y demás aznaristas eran los mismos utilizados ahora desde el PP para descalificar las propuestas del PSOE, que al menos "suenan" a las suyas de antaño. Pues bien, Jordi Sevilla, por lo menos, se mueve. Los reformistas tetrapléjicos del Gobierno, en vez de descalificar al PSOE, deberían aplicarse a hacer bien lo que otros hacen mal. Pero lo intentan. Políticamente, es lo que vale.

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