Puesto que el terrorismo es una forma de propaganda, la “propaganda por el hecho” de que hablaban los anarquistas y nihilistas rusos en el siglo XIX, su única posibilidad de victoria frente a cualquier régimen es ganar la batalla de la propaganda, que empieza por la del lenguaje. Atender las largas y prolijas explicaciones de la ETA es mucho menos instructivo que observar el cadáver de uno de sus cientos de víctimas. La profunda y deliberada maldad, la inhumanidad pavorosa de esas bestias con boina les obliga, por compensación, a gastar folios y más folios en explicarse. Pero es un aspaviento verbal que sólo realizan ante sí mismos y ante su ensangrentada parroquia. No importa lo que digan, aunque convenga saberlo: importa lo que hacen. Y lo que hacen es matar españoles. Y lo que han dejado de hacer es matar catalanes. En realidad, ETA es la única entidad político-criminal en reconocer la independencia de Cataluña.
Y ERC es la que ha conseguido semejante hazaña. La ha buscado durante años y tras no pocos sofocones, insistencias y reiteraciones ha logrado tan deseado objetivo –que no maten catalanes porque no son españoles– su actual jefe Carod Rovira, alias Roviretxe, pero podía haber sido cualquier otro. Todos lo respaldan, todos comparten su método y sus fines. Y como todos han sido amparados y premiados por Maragall y los colegas de Madrazo, ICV, es el Gobierno catalán en pleno el que legítimamente puede apuntarse esa hazaña. La ETA reconoce la independencia de Cataluña del resto de España. Lo demás son adornos.
Claro que la ETA tiene que decir que declara el terrorismo asimétrico porque le da la gana. ¡No va a confesar que lo hace porque está contra las cuerdas! Claro que Rovireche y sus secuaces tienen que decir que ellos nunca pidieron la “tregua”, aunque llevan años pidiéndola y no pudieron ir a otra cosa a Perpiñán. ¡No van a decir que los muertos de Madrid, Sevilla o Bilbao les importan un pimiento! Pero los hechos son elocuentes. Una cosa es lo que digan en la campaña electoral para engañar a los que quieren ser engañados y otra cosa muy distinta que puedan engañar a los que se niegan a comulgar con ruedas de molino. El Pacto de Perpiñán por el que ETA ha dejado de matar en Cataluña es una alianza estratégica del separatismo radical catalán y vasco, como lo son a otro nivel no demasiado distinto el Pacto de Estella y la Declaración de Barcelona. Lenin, terrorista en la oposición y terrorista de Estado, dijo que la mentira es un arma revolucionaria. Y tanto los viejos totalitarios del PSAN como los etarras han bebido de esa misma fuente, de ese agua turbia y roja. Turbia por la mentira. Roja por la sangre.