El viernes 22 de Enero de 2016 fue, sin duda, el día más disparatado, sorprendente, abracadabrante y humillante de la democracia española. Abrió plaza el primer matón del Reino, Pablo Iglesias, que, como siempre, apareció rodeado de su banda, figurantes de Torrente en Caracas con ínfulas de Reservoir dogs, chulos del Caiga quien caiga que Wyoming también copió de Argentina en uniforme de descamisados. La puesta en escena del caudillo podemita es típicamente tercermundista y zafiamente antidemocrática, propia de un tipo que conjura su miedo a la gente libre apatrullando con sus montoneros los pasillos de las televisiones y dando ruedas de prensa rodeado por sus escrachadores. Este viernes, el dizque cerebro Errejón, siempre en primer plano, soplaba y resoplaba, ponía nariz de payasito, tensaba las muñecas y miraba al horizonte como un "búfalo" del APRA de Haya de la Torre, matonería peruana de los feroces años 30.
Un vicepresidente que forma Gobierno
Por supuesto, el espectáculo de Pablo Iglesias y su indudable eficacia sólo se comprende en una sociedad cuyos medios de comunicación fueron tomados hace tiempo por la extrema izquierda y con Rajoy y sus sorayos han consolidado un dominio abrumador, acostumbrando a celebrar como hazaña política lo que en la España de hace apenas quince años se hubiera tomado como una falta de educación y un alarde golpista despreciable.
Nunca habíamos visto al jefe de un partido que quedó tercero en las elecciones proclamarse vicepresidente de un Gobierno cuyos ministerios importantes se reserva y al que invita a unirse a un presidente ornamental. Tampoco a convertir al Jefe del Estado en testigo afable de su llegada al Poder. Pero si alguien tenía alguna duda de que si Podemos gobierna va a instaurar desde el primer minuto una dictadura que pondrá las instituciones a sus pies y los ciudadanos al alcance de sus coces, ya no la tiene. También es de agradecer la claridad con que humilló al PSOE y a su Presidente invitado, el que le regaló el poder municipal que las urnas le negaron, así como a los periodistas en la persona de Ana Romero, que debió levantarse, llamarle machista e irse.
Ese sencillo gesto habría desnudado la chulería de Iglesias y habría reventado el telechantaje al PSOE, pero hace demasiado tiempo que los medios observan el Santo Temor a Podemos como para atreverse a tanto. Con su perilla ulianoviana, Iglesias me recordaba al Lenin de "La revolución proletaria y el renegado Kautsky", el planfleto más sectario, injurioso y brillante que se ha escrito nunca contra la socialdemocracia. Y con más éxito.
El faltón faltado se queda pasmado
Tras visitar al Rey, el Presidente invitado al Gobierno de Iglesias compareció en rueda de Prensa sin comprender la magnitud del reto del que había sido objeto minutos antes. Y como es tan faltón de modos como falto de criterio, perdió la ocasión de hacerse con la Presidencia del Gobierno y el liderazgo del PSOE para dos décadas. Si en vez de salir del paso con bromitas perplejas Sánchez retrasa media hora su rueda de Prensa, habla con los que ya estaban declarándose humillados por el número del matón y asume el papel de presidente en vez de presidido, le hubiera bastado decir algo así:
"El señor Iglesias ha pretendido hacer un chantaje inaceptable a mi persona, que es lo de menos, a mi partido, que es bastante más que yo, y a España y sus libertades, que están por encima de mi persona y del PSOE. Si Podemos no respeta las reglas más elementales de la democracia, ni mi partido ni yo lo consideramos compatible con la formación de un Gobierno para España. Desde ahora mismo declaro rotas todas las conversaciones y disueltos todos los pactos que han permitido a Podemos ostentar un Poder municipal y regional que no merecen y que el PSOE no les va a facilitar más. Desde ahora mismo, voy a trabajar en la formación de una mayoría constitucional que haga frente a los retos políticos y sociales de nuestro país. Desde aquí mismo, convoco a todos los partidos democráticos para trabajar con el PSOE en esa dirección. Muchas gracias. Buenas tardes"
Pero toda la chulería exhibida por Sánchez frente a Rajoy se esfuma cuando se trata de hacer frente a un discurso que la extrema izquierda hace tiempo que ha arrebatado a la izquierda moderada. Sánchez no tuvo reflejos para convertirse en líder efectivo y casi Presidente porque, desde Zapatero, el PSOE exhibe un discurso antidemocrático, guerracivilista, antinacional y radicalmente contrario al régimen democrático nacido de la Transición. No es que Sánchez no quiera hundir a Iglesias, es que ni puede ni sabe hacerlo.
El Cobardón encuentra su ocasión
Y como Sánchez no fue capaz de entender y destruir la trampa de Iglesias, Rajoy vio el cielo abierto y se lanzó por el camino de Iglesias, el de unas nuevas elecciones en las que los partidos entre el PP y Podemos, es decir, el PSOE y Ciudadanos, queden triturados. No pocos, dentro y fuera del PP, le habíamos pedido a Rajoy que no acudiera a una investidura que sería suicida para él y, sobre todo, para su partido. Lo que no esperábamos, porque siempre Rajoy nos sorprende cuando hace de Rajoy, es que pudiera renunciar a la investidura pero no a la candidatura a ser investido, que dijera que no tenía votos a favor suficientes y que tenía demasiados votos en contra, pero que esperaría a tenerlos, no se sabe muy bien por qué arte o conjuro milagroso. El chantaje de Iglesias podía y puede llevar al PSOE a pactar con Ciudadanos y el PP, pero siempre que no esté al frente Rajoy.
¿Y qué pretende, cobardeando en tablas, este manso pregonao? Evidentemente, esperar el fallo del PSOE o dejar que se pudra el proceso para llegar a lo que quería y quiere: ser Presidente o ser de nuevo candidato del PP. Del desgaste que van a sufrir todos los partidos y el propio sistema democrático no se librará el PP, pero eso le importa poco. Lo que le importa a Mariano es Rajoy. Y el Matón y el Faltón le han puesto en bandeja al Cobardón la oportunidad de seguir idéntico a sí mismo, ensoberbecido en su nada.
También le brindan a Sánchez la ocasión de formar gobierno con Ciudadanos y pedir la abstención del PP para ser investido. El PP no podría negarse. Pero son tantas las ocasiones desperdiciadas por el PSOE para hacer lo que conviene a España que no se atreve uno a pensar que, por una vez, hagan lo que conviene a todos. Demasiado bonito para no estropearlo.