Esta noche, con algo de fiebre, soñé que Aznar pronunciaba ante el Congreso del PP un discurso que empezaba como realmente empezó:
"Hace veinte años, tal día como hoy, estaba enterrando a Gregorio Ordóñez". Pero que continuaba así: "Y veinte años después, estoy aquí, enterrando aquel partido que el 1 de Abril de 1989 yo fundé en Sevilla y por el que Goyo dio su vida".
Y, entre sueños, me pareció que Aznar seguía diciendo:
"¿Pues no es morir que mientras hoy nos aplaudimos sin alegría y tratamos de reunir fuerzas para no perder todas las elecciones que como trampas nos aguardan, las víctimas del terrorismo, como Goyo Ordóñez, se manifiesten contra nosotros? ¿No es política muerta y enterrada ver cómo la clase media, nuestra clase media, la base social de nuestro partido, que apoyó en 1996 nuestro cambio de política fiscal abomine hoy de nosotros por ser más gravosos a su bolsillo que el PSOE y los comunistas juntos?"
"¿Y no es morir que mientras soltamos etarras de cien en cien, aquel Ortega Lara que fue nuestro amigo y compañero, nuestro héroe, esté fuera del partido de Goyo Ordóñez? ¿No es morir que el día en que su viuda, su hermana y la que con él estaba en el momento de su muerte, María San Gil, rezan ante su tumba y honran su memoria, venga un tal Borja Semper, que no sé quién es ni qué ha hecho ni qué se le ha perdido en el PP a decir que hay que cambiar el discurso de Goyo Ordóñez porque la ETA ya no mata? Si la ETA no mata es porque manda, y si manda es porque nosotros, como el PSOE, hemos preferido sobrevivir, entregar el País Vasco y no luchar por él, que es luchar por España y por la libertad. Por eso, hasta la AVT, tan groseramente manipulada por nosotros, está hoy en la calle contra el PP, por eso Ortega Lara no está aquí, por eso el PP ha desaparecido del País Vasco y de Cataluña, porque el PP de Goyo, que era el nuestro, ha desparecido de España, porque todos nosotros, y yo el primero, hemos preferido hacer política, servir a nuestras carreras y porvenir, que cuidarnos de la sociedad civil y servir a la nación, a España, a la que nos debemos".
"¿No es morir, Mariano, no es morir tú como presidente, yo como fundador, todos nosotros como representantes del más importante partido político de España, por no decir el único partido político que aún puede llamarse nacional, que la mitad de los que hace tres años nos votaron no puedan vernos ni en pintura? ¿No es morir que ni nos crean ni nos quieran, que no confíen en nosotros porque no les hemos dado una sola razón para hacerlo? ¿No es estar políticamente muertos decir que la economía es lo único importante, creer que bajando el paro bajaría también el separatismo catalán, que con la prima de riesgo bajaría el riesgo de perder Navarra?"
"Hace un cuarto de siglo que fundamos este partido. ¿Vive todavía? ¿Podemos decir, Mariano, Javier, María Dolores que somos algo más que unos gestores bastante mejores que los socialistas –sólo faltaría que ni eso fuéramos- de una burocracia que no queremos reducir, de unas autonomías que han hecho metástasis, que son el cáncer que está matando a la nación?"
"Ha llegado la hora de refundarnos, de reencontrarnos, de rehacer, con los que estamos dentro y con los muchos que están fuera, la fuerza liberal y nacional que hace un cuarto de siglo representó la esperanza de regeneración moral y material para millones españoles." "Ha llegado la hora de que el PP no se conforme con ser el mal menor, que lo somos, sino el bien mayor, la herramienta de las nuevas generaciones de ciudadanos para recomponer esta España que se deshace a ojos vista, que se nos está quedando en las manos, porque somos incapaces de quererla y de curarla."
"Yo no digo que el PP esté muerto, pero debemos reconocer que nuestra política es lo más parecido a una sombra, a un cadáver, que busca cómo ir vadeando el valle de las sombras porque teme la luz de la crítica, de los cambios, que son la vida misma. Yo creo que este PP, gravísimamente enfermo, puede curarse, pero no podemos hacerlo presumiendo de salud. Y no soy yo tampoco el médico ni la solución de nuestros males. Yo tengo la responsabilidad, presidente Rajoy, de haberte elegido para sucederme. Y en el pecado, si pecado fue, hemos llevado la penitencia: el partido, tú y yo. No quiero quitarte para poner a otro. No quiero verte caer para volver. Pero tenemos la responsabilidad, tú y yo, tú por lo que eres y yo por lo que aún represento en el PP, de reconocer que el PP se nos muere. Y España con él. ¿Es mucho pedir que hagamos un gesto de humildad?¿Es demasiado difícil que pidamos perdón a los votantes a los que fallamos, a los ciudadanos a los que hemos servido mal, a los militantes que nos miran con tanta pena por nosotros como por ellos mismos?"
"Tal vez este discurso que hago hoy debí hacerlo en el Congreso de Valencia. Tal vez lo hice, pero tras hacerlo, me fui. Nos fuimos todos a lo nuestro. No rompimos la disciplina de partido porque esa disciplina es la llave del empleo, de la nómina, del cargo, de la vida del superviviente en la política española, que es dura siempre, y suicida si se hace a la intemperie."
"Sin embargo, veinte años después de enterrar a Gregorio Ordóñez, y en buena medida por evitar su trágica suerte, estamos aquí ante un partido, el suyo y el nuestro, que, por decirlo llanamente, está en las últimas."
"Para este mal que nos mata, busquemos remedio, compañeros, en nuestros valores nacionales, en nuestras ideas liberales, en nuestra fidelidad a los militantes, a los votantes, a la gente, a nuestra nación, a esta España que no merece desaparecer con nosotros y que tal vez tenga la generosidad de permitir que, si la servimos humilde y fielmente, con ella resucitemos."
"¡A ello, presidente, compañeros! ¡Por nuestros muertos y nuestros vivos! ¡Viva el Partido Popular! ¡Viva la Libertad! ¡Y viva, viva, viva España!"
Y entonces, cuando las almohadas se hacían ovaciones, de golpe, me desperté. Se me había hecho tardísimo.