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La captura de tres pistoleros del IRA que colaboraban con las FARC en Colombia, así como las declaraciones de un general colombiano sobre una relación similar de ETA con la megabanda terrorista de “Tirofijo” han conducido a todos los investigadores hasta La Habana, no en balde allí moraba, en hábito de embajador del Sinn Feinn, Niall Connolly, el más conocido de los tres terroristas irlandeses detenidos.

En rigor, desde las reuniones de la Conferencia Trilateral en la capital cubana, en la década de los 60, todos los grupos terroristas de occidente y buena parte de los de Oriente han tenido madriguera, hotel, asilo, hospital y caja de ahorros bajo la cómplice mirada en hierro del “Che”, modelo de terrorista internacional, y bajo la amable supervisión de Fidel Castro, anfitrión de cualquier asesino con tal de que se oponga a la democracia liberal, desde etarras a nietos de Jomeini.

Tal vez para que nadie tenga dudas sobre quién controla a quién, ha sido la propia portavoz de la cancillería cubana Aymée Hernández la que ha declarado textualmente: “el señor Niall Terence Connolly es el representante oficial del Sinn Feinn para Cuba y América Latina”. Además de la significativa diferenciación y orden de representación (primero, Cuba; luego, América Latina) la funcionaria castrista ha dejado en ridículo a los portavoces oficiales del Sinn Feinn que pocas horas antes habían negado la pertenencia al partido político del IRA de ningún embajador en Cuba y sus alrededores. Lo han hecho sin convicción, porque en el “Irish Independent” sólo han asegurado que el Sinn Feinn no tenía embajador, pero además han hecho el ridículo. Mientras en Dublín y Londonderry reniegan de sus criminales, Castro los reivindica como propios. ¡Qué liderazgo! ¡Qué diferencia!

Lo asombroso es que desde Cuba también se ha hecho saber que Connolly, sobre adiestrar colombianos en el arte del coche bomba, es quien ha preparado el viaje de Gerry Adams el próximo mes de Septiembre a Cuba y América Latina –siempre por este orden. Veremos si el barbudo jefe terrorista, escurridizo político y cara amable del IRA, dice también que desconoce a Connolly. Sería capaz de jurar que tampoco ha oído hablar nunca de Fidel Castro, pero, como todos los jefes del terrorismo internacional desde aquella “aurora roja” de la Trilateral, seguro que en La Habana tienen una ficha suya que le invita a un discreto silencio.

Como todo lo que toca, Fidel Castro ha convertido en problema internacional la captura de su huésped, ese au pair de Tirofijo que oficiaba también como mayordomo del líder del Sinn Feinn. De forma que Gerry Adams ha sido delatado o retratado por sus anfitriones antes de pisar la Isla. Para que se enteren sus amigos en los Estados Unidos –Clinton el primero– de cuáles son sus auténticas raíces y obligaciones políticas. Y es que quizás la única virtud del castrismo es esa: al final, con él, todo el mundo se retrata.

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